Texto – Albert Roca. Fotos J.Ladiv.
En la escena española hay nombres y “nombres” por su prestigio y por haber atesorado una gran trayectoria. Y por ello no podemos más que elogiar a Ramón Langa, por haberse movido entre el cine, la televisión, el teatro, y el doblaje –donde está considerado como uno de los “grandes”-. Afable, gran conversador y, sobretodo, sincero con lo que ha hecho y quizás no tuvo el resultado esperado. Por ser así, sigue en pie, siempre con proyectos a la espera.

Un papel recordado tuyo fue el de “Koldo” en “Yoyes” y por el que fuiste nominado en el Festival de Cine Vasco
Era una interpretación potente y profunda. Trataba un tema muy delicado y con mucho respeto. No era una película sobre la ETA, sino sobre una persona, Yoyes, que circunstancialmente estaba en la ETA y en un momento determinado se quiso marchar y se la cargaron. Mi personaje era el apoyo de Yoyes, con el mismo discurso de la línea blanda, que recurría a la ideología antes que la violencia.
Y recientemente has narrado los podcast de “Eta. El Desafío”. ¿Es necesario hablar de estos temas?
Siempre creo que es absolutamente necesario. Lo que ha pasado desde el primer mono y el grito hay que contarlo como ha sido. Y tal como ha sucedido. Lo que no se puede hacer es decir que ha habido un sol de justicia si ha habido una tormenta. Y si hablar de estos temas puede servir para que no se repitan, mucho mejor.

A veces se habla del pasado, pero desde la ficción, como en El Ministerio del Tiempo, donde participaste
Mi personaje era Ambrosio Espinola y llegaron a hacer un comic con él. Lo cual me pareció muy particular. Me lo mandaron dibujado y me hizo mucha ilusión. Es una serie muy bien hecha que habla de la historia “Que hubiera sido si”… y en tono de comedia.
Continuamos con personajes históricos. ¿Qué te dice Blasco Ibáñez?
Fue una producción en la que yo lo interpreté y que dirigía, nada más ni nada menos, que el Dios del Cine, Luis García Berlanga. Y se ha hecho un documental en Benicassim donde rodamos parte de Blasco Ibáñez. Me tuve que documentar y cambiar físicamente. Yo estaba muy delgado y tuve que engordar. Blasco Ibáñez fueron palabras mayores: un escritor al que han traducido hasta el chino y con unos textos muy literarios. Fue todo un reto. Para documentarme pude ver filmaciones de Blasco Ibáñez, de cómo se movía y como andaba. Era un tío muy exaltado y tuve que coger su acento valenciano. Salió un buen trabajo.
Si consideras que Luis García Berlanga es el Dios en el cine. ¿Qué es José Luis Garci, que te dirigió recientemente en El Crack Cero?
Es una enciclopedia del cine. Lo sabe absolutamente todo. Cuida mucho los diálogos que son lo más importante y en esta película eran muy importantes. Estaban hechos con tanta sencillez que tenían mucha más fuerza. Y eso es el condimento de lo más exitoso.
¿Cómo te sientes en el teatro?
En el teatro te puedes fijar en el público y sé cuándo se lo pasa bien y cuándo no. Ves cómo reacciona. Y ahora voy a explicar una anécdota. Estábamos haciendo “Misery” con Beatriz Carvajal y en la segunda fila había un hombre dormido. Beatriz Carvajal me cogió de la corbata y yo mirando al señor y le despertó. Esa es la diferencia que tiene con el cine, que no sabes la reacción del público, lo sabes a posteriori.

Has hecho series que han funcionado muy bien y otras que no. Por ejemplo “Código Fuego”
¿Y “La fuga”?
Un poco lo mismo, pero ya más relacionado con los presupuestos. Tienes un presupuesto y unas ideas y empiezas a recortar y los planos son muy cortos.
Estoy muy agradecido de que me contrataran. Había un gran equipo. Y fracasó porque desde mi punto de vista se planteó mal. Era una serie de bomberos y hubiera podido durar mucho tiempo. Era como un pasteleo extraño y en 4 capítulos no se había apagado una cerilla. Lo comenté en varias ocasiones. Fue una pena y se lo cargaron. Y lo he de explicar. Si no somos críticos, no somos justos.
Un trabajo reciente tuyo ha sido “Pequeñas coincidencias”
Muy bien. Se han hecho tres temporadas en una comedia simpática. Javier Veiga es un tío muy listo que produce y sino hace una obra de teatro te hace guiones en la radio. Y yo admiro a esta gente. Me han parado muchos para felicitarme por mi papel en la serie.
Un escenario tuyo siempre ha sido el doblaje. ¿Es un mundo complicado?
Hace muchos años que ya no me dedico al doblaje y solo acudo a la llamada si he de doblar a Bruce Willis. Es una escuela de interpretación. Te enseñaban el trabajo que había hecho el actor, cómo lo ha dicho, cómo hamirado y has de ser totalmente fiel. La interpretación ya está creada y allí no hay que hacer nada. Lo que no puede ser es que estés en la cocina, los estés escuchando y hablen todos exactamente igual. Eso es lo que me estoy encontrando.

¿Un actor siempre está a punto para nuevos proyectos?
Siempre hay disponibilidad. Hay que saber esperar. Ya lo decía Seneca: la paciencia es la madre de todas las virtudes. Hay que saber esperar y cuidarte como si estuvieras trabajando. Esos momentos de espera pueden servir para documentarte y ver obras de teatro. Es una profesión muy bonita, pero a la vez un poco jodida ya que tiene muchos desiertos.
Pero siempre llegan proyectos
A través de causalidades. Voy a contarte algo. Hace un año en el Festival de Cine Fantástico de Estepona me dieron un Unicornio de honor a mi carrera cinematográfica. Conocí a un cineasta que tenía un western fantástico y hicimos la película en Almería y luego me fui corriendo a hacer una película en Italia con el director Tomasz Mandes, la secuela de “365 días”. Y justo después de venir me confirman que la película que hemos hecho ha sido seleccionada para el Festival de Cine fantástico de Estepona. Qué curioso. Estés trabajando o no, siempre estás metido en la rueda. Alguien te ve y esto hace que puedas tener una carrera aceptable.
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