Óscar Herradón: «La historia es misterio en sí, porque está escrita desde uno u otro punto de vista»

Texto – Albert Roca. Fotos – Archivo.

El ocultismo, la magia y la astrología jugaron un papel importante en la Segunda Guerra Mundial. Ambos bandos llevaron a cabo la llamada “guerra mágica”, una lucha paralela, en la sombra, donde brillaron con luz propia personajes singulares que han sido olvidados en los libros de Historia.

Los protagonistas de esta apasionante historia son un singular grupo de hombres que desplegaron sus habilidades ocultas en los tenebrosos tiempos del Tercer Reich y emplearon estrategias y fuerzas de corte místico para doblegar al enemigo.

Libros Cúpula publica la investigación de Óscar Herradón “Los magos de la guerra” sobre este episodio imprescindible y poco conocido de la historia que por fin sale a la luz, tras permanecer durante décadas clasificado como alto secreto.

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-Se ha hablado muchas veces de que en la Segunda Guerra Mundial hubo factores decisivos como por ejemplo el papel de los espias, las estrategias militares… y también el ocultismo, ¿no?

Está claro que en un conflicto de la envergadura de la Segunda Guerra Mundial entraron en juego numerosos factores; fundamentales, claro, fueron los tácticos y los puramente bélicos (armamento, estrategia…), los diplomáticos, y, mucho más de lo que pueda parecer, también el papel que cumplieron los servicios de Inteligencia. Espías de ambos bandos fueron decisivos en el desenlace del conflicto. Y precisamente en relación con los departamentos secretos aparecen una serie de personajes, a los que he definido como “los magos de la guerra”, cercanos a corrientes ocultistas, místicas, o, en ocasiones, simplemente ilusionistas y magos del espectáculo, astrólogos, etc, que pusieron sus conocimientos al servicio de la causa por la que luchaban. En la formación del Partido Nazi tiene también una importancia mayor que la que se les ha atribuido el ocultismo y las sociedades secretas –como Thule o la Orden de los Nuevos Templarios– que campaban a sus anchas por Austria y Alemania antes y después de la Gran Guerra.

-En este sentido se han comentado diferentes aspectos, pero rodeados de cierto misterio, con este libro sale todo a la luz.

He intentado recoger en el libro todos esos aspectos de la “guerra mágica” y su relación con el espionaje que normalmente se han olvidado –quiero creer que no deliberadamente– en los manuales sobre la Segunda Guerra Mundial, o en las biografías de los grandes líderes de ambos bandos, salvo excepciones. No es el único libro, evidentemente, dedicado al misterio y al esoterismo que envolvió el Tercer Reich y que influyó en la conflagración, pero suelen abordar este aspecto de los “magos” como un pequeño apartado. En este trabajo he dedicado casi cuatrocientas páginas a ese aspecto particular de los numerosos misterios que envuelven aquella época, intentando que dicho aspecto no duerma el sueño del olvido en el desván de la historia.

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-¿Cómo ha sido posible conseguir esta información, que era totalmente desconocida?

Bueno, para ser sinceros, esta información ha sido muy poco divulgada, pero no era totalmente desconocida, al menos fuera de nuestras fronteras. En los últimos años agencias como la CIA –antigua OSS–, el MI5 y el MI6 o los responsables de los archivos del antiguo KGB o la Stasi, o del servicio secreto alemán –el BND–, han desclasificado numerosos informes que han sido publicados en parte por los medios de comunicación, algunos por los diarios más importantes de Europa y Estados Unidos. Esto ha arrojado numerosa luz sobre aquel episodio que realmente tuvo lugar: se contrató el servicio de estos personajes para que trabajaran en los servicios de Inteligencia. Que tuvieran o no facultades que podríamos tildar de sobrenaturales es otro asunto bien distinto.

Pero ha sido también importante la labor de investigadores que se han dedicado a uno u otro aspecto de aquella historia “oculta”: por ejemplo, Richard B. Spence ha arrojado luz sobre el papel que desempeñó Aleister Crowley, siempre rodeado de claroscuros; Nicholas Goodrick-Clarke –tristemente fallecido en 2013– ha sido el autor más serio que se ha ocupado del esoterismo nazi y de las sociedades secretas en la Alemania de Entreguerras; David Fischer ha novelado de forma magnífica la participación en la guerra del ilusionista inglés Jasper Maskelyne y el periodista y escritor español Jesús Palacios se ha ocupado como nadie en nuestro país de la figura del mago y vidente Erik Jan Hanussen. Todos ellos han sido trabajos fundamentales para poder delimitar todo lo sucedido en este periodo y dar forma a Los Magos de la Guerra.

-De las muchas cosas que se han dicho delTercer Reich ha sido la relación con el mal, el demonio… ¿hasta qué punto ellos lo creían?

Bueno, relacionar al régimen hitleriano con el demonio y el mal ha sido una opinión surgida con más fuerza a partir de los años finales de la guerra, y tras la derrota del Tercer Reich, cuando el mundo libre supo de las atrocidades que se habían llevado a cabo en los campos de concentración y del Holocausto, el plan de exterminio de los judíos. Sin embargo, entre el pueblo alemán seguidor de Hitler y los muchos miembros del Partido Nazi, el Führer no era considerado un “demonio”, sino todo lo contrario. Es más, un informe de la inteligencia británica señala en 1943 que el dictador alemán se veía a sí mismo como “el Espíritu de la Bondad”, lo que suena a eufemismo pero, teniendo en cuenta el mesianismo del líder nazi, no es de extrañar.

Por otro lado, otro informe, en este caso de un miembro de la Curia vaticana, que se dio a conocer hace pocos años, incide precisamente en que el Papa Pío XII estaba convencido de que Hitler estaba endemoniado y, aunque suene increíble, llegó a realizarle “varios exorcismos a distancia”. No fue el único que pensaba que el Führer podía estar poseído por algún tipo de entidad maléfica, aunque cuesta creerlo. Era un ser pérfido, pero de carne y hueso al fin al cabo, sin ninguna fuerza oculta que moviera sus hilos –esa es al menos mi opinión–. Aunque en él sí influyeron los postulados de sociedades secretas como Thule, la ONT comandada por Liebenfels, y publicaciones antisemitas y ocultistas como Ostara.

-… y que además intentan legitimarlo como si llegara desde orígenes ancestrales.

Los nazis intentaron reescribir la historia y legitimar así las aspiraciones del Partido Nazi tanto en aspectos políticos como territoriales y también religiosos y místicos. Perseguían a los judíos porque los consideraban los causantes de todos los males de Alemania y creían que poseían una especie de pasado mítico en el que la raza aria ancestral gobernaba en una Edad Dorada a la que los más visionarios del NSDAP querían regresar; sólo exterminando el mal de raíz –a los “inferiores” según su delirante visión– podían recuperarla. Una fábula mística que caló profundamente en la mentalidad de algunos nazis, en el propio Hitler en cierta manera y principalmente en Heinrich Himmler y Rudolf Hess. Los estudiosos de la Ahnenerbe y la RuSHA serían los encargados de reescribir la historia y el pasado alemanes acordes con el ideario del Partido.

-¿Qué tipo de prácticas se llegaron a realizar y que pueden resultar incluso sorprendentes?

En el castillo que sirvió de centro simbólico de las SS, Wewelsburg, en Westfalia, se cree que los Generales de División de la Orden Negra, a instancias de Himmler y siguiendo las indicaciones de Wiligut, se entregaban a prácticas de corte espiritual y místico orientadas a mantener una conexión con los ancestros de Alemania, ritos que según algunos autores pudieron estar inspirados en los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola –a pesar de que el Reichsführer odiaba a los jesuitas–, y hay quien aventura que, quizá, se llegaron a realizar sacrificios en la cripta de la torre norte de la fortaleza. Himmler, antes de la caída final, aspiraba a que aquella fortaleza se convirtiera nada menos que en sepulcro de Hitler, para él, el Mesías del Tercer Reich. Pero aquello no era una cuestión inocente, sino que sirvió de base de justificación de futuras atrocidades en nombre de la “grandeza de la raza aria” según la distorsionada visión de los acólitos de la esvástica.

-En películas como En busca del Arca Perdida y La última Cruzada se habla de que los nazis buscaban el Arca de la Alianza y el Santo Grial. ¿Hasta qué punto esto tenía un fundamento verídico?

Las SS de Himmler, a través de la citada Ahnenerbe (la Sociedad Herencia Ancestral Alemana), enviaron hombres, a instancias de Himmler, en busca de objetos de poder como el Grial o el Arca de la Alianza. Incluso, robaron la réplica de la Lanza del Destino que se hallaba en Viena. Está documentado que el mismo Reichsführer-SS, durante su visita a España en 1940, hizo una parada en la abadía barcelonesa de Montserrat donde él mismo en persona hizo preguntas a los religiosos responsables del recinto sobre los archivos secretos del monasterio y sobre el Santo Grial. El medievalista, miembro de las SS, Otto Rahn, estuvo unos años antes en el Languedoc francés tras la pista de la reliquia, que él creía estaba relacionada con los antiguos cátaros.

Sí, muchas de las cosas que se narran en la saga de Indiana Jones o que incluso han inspirado a Mike Mignola en algunas tramas de su magnífica serie Hellboy, están basadas en aspiraciones reales de algunos nazis. Eso sí, llenas también de mucha ficción y leyendas que no hay que tomar, ni por asomo, como historias reales.

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-A lo largo de su trayectoria ha conocido y explicado casos realmente impresionantes. ¿Lo que explica en este libro puede superarlo?

Bueno, lo cierto es que intentar hallar una explicación al “misterio”, si es que la hay, por muy recóndita que sea, creo que debe ser la labor que debemos desempañar aquellos que divulgamos estos temas. La historia es misterio en sí, porque está escrita desde uno u otro punto de vista, siempre sesgada, con documentos clasificados durante siglos, otros –anales, cartas, memorias…– destruidos para siempre… es un puzle lleno de piezas complejas que unir, pero ese reto es precisamente lo que hace fascinante realizar una investigación de este tipo. Quizá no sea lo más sorprendente que he estudiado, pero sí uno de los aspectos más atractivos, salpicados de hechos realmente singulares que, de no haberlos visto sobre el papel y en libros de historiadores de prestigio –aunque algunos puedan ser tildados de heterodoxos– habría jurado que formaban parte del guión de una película. No es así. Aquellos acontecimientos tuvieron lugar y hoy, por fin, empezamos a conocerlos.

-¿Quién era el ocultista Aleister Crowley?

Hablar del ocultista e iniciado inglés Aleister Crowley podría llevarnos horas. Grosso Modo podríamos decir que fue uno de los magos y ocultistas ingleses más célebres de todos los tiempos. Hombre polifacético y controvertido, realizó innumerables viajes –algunos de ellos a Asia– en busca de conocimiento y perteneció a varias logias, entre ellas la Golden Dawn. Su máxima era “Haz lo que quieras” y llegó a ser considerado en su día “el hombre más malvado del mundo”. Se hizo llamar la Bestia 666 y además de coquetear con el satanismo, era un experto en todo tipo de ciencias ocultas, escribiendo algunos de los textos mágicos más celebres del siglo XX, como El libro de la Ley.

Aunque le acusaron de hacer propaganda a favor del Eje –y contra su país- durante la Primera Guerra Mundial, años que pasó realizando un misterioso viaje por los Estados Unidos, en la Segunda Guerra Mundial puso sus conocimientos al servicio de las agencias de espionaje aliadas, trabajando en su particular “guerra mágica” contra Hitler.

Existen registros de que durante la contienda llevó a cabo, al parecer con el visto bueno del mismo Churchill, un ritual ceremonial en un bosque inglés mediante el que Crowley estaba convencido de que podía herir de gravedad al régimen hitleriano. De ahí a que lo lograra…

-¿Dónde se reunían los nazis cuando hablaban del ocultismo?

Como comenté en otra de las preguntas, sería en el bastión místico de las SS, el castillo de Wewelsburg, donde Himmler se entregaría a su pasión ocultista lejos de las miradas indiscretas de otros miembros de la cúpula nazi. En Berlín, justo en los años anteriores a que Hitler se hiciera con el poder y en los meses posteriores a ser nombrado canciller alemán, los aficionados a la magia y el misticismo se daban cita en el llamado Palacio del Ocultismo, una sala de espectáculos regentada por el ilusionista Erik Jan Hanussen donde tenían lugar sesiones mediúmnicas, lecturas del Tarot e incluso es probable que ceremonias espíritas en unos años en que estas prácticas gozaban de gran popularidad en Centroeuropa.

-¿Creía en el ocultismo la cúpula nazi?

En cuanto a si se valieron de él, te diría que por supuesto, prácticamente todos los mandamases nazis supieron hacer uso de ese ambiente entre místico y pseudoreligioso del que bebía el régimen y una parafernalia oculta que planeaba por cada uno de sus actos públicos y ceremonias, pero en cuanto a la creencia absoluta en las ciencias ocultas y las fuerzas místicas de toda la cúpula nacionalsocialista, la respuesta es no. Goebbels, por ejemplo, el Ministro de Propaganda nazi, uno de los más pérfidos lugartenientes de Hitler, se valió de los horóscopos, la astrología y otras ciencias herméticas en su lucha dentro de los Servicios de Inteligencia, para confundir al enemigo, pero dudo mucho que creyera en esas fuerzas intangibles. Otros, llegaban incluso a mofarse de la creencia paganista de miembros del Partido como Alfred Rosenberg, Wiligut o Himmler. Pero es cierto que parte de las bases del NSDAP se encuentran en los postulados de sociedades secretas como Thule, y a ella pertenecieron algunos nazis de la talla de Rudolf Hess, que vivía convencido de que una serie de fuerzas invisibles decidían el presente. Hitler no fue un ocultista, pero sí estuvo interesado en muchas de estas corrientes y se sumergió en libros de estas temáticas en su juventud. Lo que sí tenía era una visión mesiánica de su propia figura, se creía un Elegido como los grandes líderes religiosos y Heinrich Himmler ya he señalado que sentía una obsesión rayana con la locura por temas ocultos.

-¿Que aspectos más extravagantes sobre este tema ha descubierto y que explica en este libro?

Bueno, sin duda uno de ellos fue la llamada “Batalla Mágica de Inglaterra”, en la que la mística y ocultista inglesa Dion Fortune y su sociedad conocida como Fraternidad de la Luz Interior, llevó a cabo un curioso método para contrarrestar la nefasta influencia del nazismo –inocente, pero no por ello menos entregado–: conseguir que toda la nación orase conjuntamente mientras Gran Bretaña estaba siendo asediada por los bombardeos de la Luftwaffe alemana. Después, durante toda la guerra, realizaron ejercicios de meditación y oración desde su santuario sito en Glastonbury.

Sin duda lo que ella dio en llamar “Autodenfensa psíquica” fue uno de los aspectos más atractivos y extravagantes que descubrí al abordar este trabajo y que finalmente incluí en él.

-¿En el ocultismo estaba relacionado el régimen nazi, pero por parte aliada también creían en un poder oculto?

Al margen de figuras como Aleister Crowley que sabemos participó –aunque su trabajo está rodeado de claroscuros– para los servicios de Inteligencia aliados y creía a pies juntillas en el poder de lo oculto, o la citada Dion Fortune y sus acólitos, lo cierto es que hubo personajes que influyeron en el propio Churchill que también estaban convencidos de la influencia de los sobrenatural, entre ellos el mayor Wellesley Tudor Pole, quien inspiró el célebre ritual del Minuto Silencioso. No fue el único, aunque el cierto que en el bando aliado la utilización del ocultismo tuvo una base más pragmática que mística. Como forma de propaganda negra y contrainteligencia.

-¿A través de la astrología tenían el convencimiento de diferentes momentos que sucedieron en la guerra?

Muchos astrólogos al servicio de uno u otro bando estaban convencidos de que en las estrellas se hallaba escrito el destino de la contienda. Creían aventurar el futuro a través de los astros y, trazando cartas astrales y horóscopos de los grandes líderes de la contienda, pensaban poder prever sus movimientos en el campo de batalla. Esto fue así, y está recogido en diversos informes desclasificados por el MI5 y la CIA –creada a partir de la OSS–. Dichos horóscopos fueron trazados y astrólogos como el alemán de origen húngaro Louis de Wohl, célebre novelista, trabajó para los servicios de espionaje ingleses contra Hitler. Otra cosa bien distinta es que dichos métodos tuvieran algún resultado real. Yo me considero más bien escéptico en este aspecto.

-Uno de los personajes más misteriosos de la Segunda Guerra Mundial fue Rudolf Hess, porque no se explicó del todo el alcance de su misión en Inglaterra. En este libro se desvela un nuevo aspecto…

En el libro he intentado hacer una compilación de todas las teorías que a lo largo de las décadas se han barajado sobre el misterioso vuelo de Hess a Gran Bretaña, y contrastarlas con los nuevos datos que han ido surgiendo sobre la figura –gracias a nuevas confesiones, a archivos que han visto la luz, a testimonios de personas que trabajaron en la prisión de Spandau donde estuvo encerrado…–, y a nuevas teorías planteadas por historiadores de la talla del británico Peter Padfield, quien aventura que Hess siguió los planes del propio Hitler. Durante décadas se pensó que había sido una iniciativa propia del viceführer y que Hitler, que había declarado públicamente que su antiguo servidor estaba loco, no tenía ni idea de aquel extraño plan. De todas maneras, todavía faltan elementos para que podamos dar carpetazo de una vez por todas a uno de los episodios más extraños, singulares y controvertidos de la Segunda Guerra Mundial.

-Para finalizar, puede haber nuevos documentos que den lugar a nuevas publicaciones. ¿Hay cosas todavía secretas?

Existen numerosos puntos sin aclarar en torno a las acciones tanto de los países que integraban el Eje como los Aliados. La historia siempre la escriben los vencedores que, en este caso, no obstante, mostraron a los ojos del mundo una verdad incuestionable: el genocidio del pueblo judío y los terribles crímenes llevados a cabo por los nazis. Sin embargo, los bombardeos sobre población civil por parte de británicos y norteamericanos, que redujeron ciudades alemanas como Dresde prácticamente a cenizas, también fueron crímenes de guerra que no se juzgaron, al igual que el terrible lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki que provocó la capitulación de Japón, junto al Holocausto, uno de los episodios más terribles de aquel tiempo, obra de los Estados Unidos, que nunca respondieron por aquella masacre.

La Segunda Guerra Mundial –hasta que llegó la Guerra Fría–, fue la edad de oro de los servicios de espionaje y puesto que muchas de las decisiones fueron tomadas por dichos departamentos, encargados de crear confusión, borrar pruebas y apuntar a otros, es normal que todavía siga sin saberse realmente qué sucedió en numerosas operaciones durante la guerra. Miles de documentos fueron destruidos por los propios nazis y las SS antes de la llegada de los soviéticos a Berlín y la Guerra Fría puso una barrera infranqueable entre Occidente y la Unión Soviética que provocó que mucha de la información que conocían sus respectivos servicios secretos nunca se diese a conocer. Otra guerra se avecinaba en el horizonte y había información muy valiosa sobre el Tercer Reich que ocultar. La historia, sin duda, suele ser muy diferente a la que nos han contado. Por ello, debemos seguir indagando para conocer la verdad.

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