Texto y Fotos Noelia Baldrich.
Fue el producto estrella, capaz de triplicar la afluencia de público, aumentar las ventas, atraer un ingente carrusel de fans y subir varios grados la temperatura de La Maquinista en una fría tarde de noviembre. El miercoles 28 de noviembre no fue necesario anunciar rebajas a bombo y platillo, cestas navideñas ni sorteos para conseguir un récord de afluencia. La estrategia del centro fue muy simple: atraer la estrella más cotizada del panorama musical para regalarla por unas horas a los allí congregados.

Sin duda, para much@s fue mejor que tocarles la lotería. Sobre las cinco de la tarde Pablo Alborán se subió al escenario sin envoltorios, ni adornos, únicamente acompañado de su guitarra, un físico que enamora y una voz dulce, aterciopelada, poderosa, maravillosa que seduce, acaricia, estremece. Saludó: “Buenas tardes, Barcelona ¿cómo están? Era evidente, en éxtasis. Y arrancó con ‘Tanto’ talento que aunque le llaman loco es él quién desencadena la locura. Por rozarle la piel, susurrarle al oído o darle ‘El Beso’ las presentes aguantaron estoicamente la intemperie. Muchas horas de espera para robarle tiempo al tiempo y estar unos segundos junto a Pablo, lo suficiente para echarlo de menos y recordarlo una eternidad.

Sencillo, cercano con una cálida sonrisa complació a todos, pero muchas se quedaron a medias: una firma de disco no basta: “Me ofrezco como novia”, “ lo secuestraría”, “me fundiría con él”. Efusivas muestras de cariño que abruman a este joven malagueño de mirada angelical. Va a tener que acostumbrarse porque su carrera musical ha sido supersónica cosechando los mayores éxitos en apenas dos años. Una nueva estrella resplandece con más intensidad en el firmamento musical y se llama Pablo Alborán.


Deja un comentario