Texto – Redacción-Hearst. Fotografias – Hearst.
En su número de mayo, ELLE entrevista a Pedro Almodóvar con motivo del lanzamiento de El último sueño (Reservoir Books), un libro de relatos en el que el cineasta deja entrever sus obsesiones más íntimas, un caleidoscopio en el que se entremezclan temas con la pérdida, el amor, la venganza, el deseo, la cotidianidad, el humor, la fama o la soledad. «Hay algunos relatos en los que directamente hablo de mí y hay otros en los que, sin ser yo, también estoy», confiesa.

El manchego sigue siendo un espíritu inquieto cuyo fuerte es esa imaginación sin límites de la que ha hecho gala en más de 20 películas. Ahora, con sus declaraciones a ELLE, conocemos a ese niño de Orellana la Vieja que vivía en una calle humilde y sin asfaltar en la que –mientras su madre sufría por no poder sacarle brillo al suelo de su casa– él se veía inmerso en un western, pero también a ese hombre de 73 años que es hoy y que afronta con modestia el lanzamiento de un libro que lleva la palabra éxito impreso en la cubierta. «Mi vocación primera fue la de narrador literario. Lo que ocurre es que pronto me encontré con el Super 8 y también, y no es falsa humildad, con la conciencia de no ser un gran escritor. Y eso me ha contenido mucho».
En paralelo a la entrevista, el director se pone ante la cámara de ELLE en un vídeo en el que repasa los libros que le han marcado en la vida. «Hay algo grandioso en la literatura: es una gran compañía, la que no te va a abandonar nunca. Siempre vamos a tener libros que leer», concluye.
EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA

- «Mi madre inició una especie de negocio, que en realidad consistía en leer y escribir cartas para un barrio de gente analfabeta. Mientras las leía, yo, que me colocaba detrás de ella, me indignaba porque se inventaba la mitad. Pero se conocía tan bien la vida de las vecinas, que sabía lo que querían oír. Y creo que esa es la mejor lección que le puedes dar a un narrador: que la realidad es incompleta y que para ser más vivible tienes que rellenar esos huecos. Eso es lo que hace la literatura».
- «A mí nunca me ha gustado mirar atrás, pero con este libro tengo la sensación de aceptar el pasado, de exponerme. Porque, aunque haya escandalizado a tanta gente, resulta que soy una persona extremadamente pudorosa».
- «Con este libro lo que he descubierto es que ya era yo mismo desde muy pronto. Eso no indica que no haya evolucionado… Pero el hecho de sentir que ya eras tú mismo es una sensación gratificante».
- «En el dormitorio del internado, mientras los niños en silencio se ponían el pijama con el babi encima para no mostrarse desnudos, yo, de pie, les recitaba vidas de santos. Recuerdo la de un niño mártir, San Tarsicio. A mí eso de relatar cómo matan y destrozan a un adolescente… me parecía muy gore».
- «Mis hermanas solían comprar libros por correo a Galerías Preciados, y uno de los primeros que me marcaron fue El lobo estepario, de Hermann Hesse».
- «En el colegio me elegían para cualquier cosa que tuviera que ver con el espectáculo. Debía de ser un niño insoportable para mis compañeros. No llegaron a hacerme bullying porque no se lo permití, y supongo que había que pelearse y esas cosas».
- «Cuando me fui de casa lo tenía claro: que un pueblo para mí era lo último, era el infierno. O sea, que no hubiera sobrevivido a la vida rural. Es como si uno nace en Japón y dice que quiere ser torero: pues no estás en el lugar indicado. Ahora, puedes intentarlo…».
- «Sabía lo que quería hacer, no cómo, pero sí lo que quería. Y creo que también fue lo que me libró de otras cosas que me rodeaban. Me refiero a las drogas, a las más duras. Me salvó tener una vocación. Bueno, y madrugar para ir a trabajar».
- «A finales de los 70 mi escritura cambia radicalmente porque cambia mi vida. Bueno, mi vida, la de los españoles y, sobre todo, la de los madrileños. De pronto nos encontramos con toda la libertad a nuestro alcance y, siendo joven para poder disfrutarla, fue una experiencia increíble. Que sí, que hubo de todo, que naturalmente mucha gente se quedó en el camino, etcétera. Pero el hecho de que un país despertara a la democracia, por imperfecta que fuera la Transición o por tantos que murieron por los excesos, da igual… Fue una sensación maravillosa. Creo que la mejor que he tenido en mi vida».
Deja una respuesta