Texto – Albert Roca. Fotografías- Santi Martínez Sancho. Entrevista realizada en Singular. Calle Carretas 14.
Una reflexión sobre las princesas y también principes de los cuentos infantiles es el punto de partida de la divertida obra «No me toques el cuento», de la que Katia Borlado es una de las protagonistas. La vimos en «Alma», y «Notas sobre un verano», y abierta a nuevos proyectos, lo mejor en su vida profesional está todavía por llegar.

¿El mundo de la interpretación empezó en cierta forma con el rodaje de una película?
Cuando se rodó Volver, de Pedro Almodoóvar y dónde estuve cerca del set, curioseando, viendo cómo se ponía el tiro de cámara. Todo eso me gustó y más que nada todo lo que tuviera que ver con el cine. Y nada, un día mi profesor de filosofía me preguntó qué quería hacer. Y lo primero que me vino a la cabeza fue probar con la interpretación. Me recomendó un profesor de teatro que también fue y es clave en mi vida. Yo no quería ir a hacer teatro. Pero dije, bueno, venga, voy a hacerle caso. Y al final me enganché profundamente y ya no pude salir de ahí.
Te llevaste un gran recuerdo de ver el rodaje de “Volver”, pero ¿No lo viste tan diferente cuando tu fuiste la protagonista de algún rodaje?
No, tengo que decir que he tenido bastante suerte. Es verdad que quizás en alguna serie que he podido tener una secuencia o algo muy rápido, que no tienes tiempo a conocer al equipo, que intentas molestar lo menos posible. Ahí sí que alguna vez he llegado a casa diciendo uy, qué situación, qué desagradable es… Pero he de afirmar que en los rodajes que he hecho en “Notas” con “Alma”, se ha formado una gran familia temporal. Y con unas sensaciones maravillosas.

¿Cómo fue rodar con Diego Lorente “Notas sobre un veráno”?
Llegó un poco por casualidad y todo fue bien desde el primer momento que empezamos a hablar, primero con videollamadas, hablando un poco del personaje, del guión, de la idea que él tenía, de cómo él trabajaba, ya había algo en lo que sentíamos que iba a funcionar. Además, desde un punto muy tranquilo y muy cuidado, con mucho mimo. No teníamos muchas expectativas. Sencillamente íbamos a hacer una peli pequeñita, desde adentro. Lo que pensábamos es que se iba a ver y proyectar en algún festival y por ello todo lo que ocurrió después nos hizo muy felices.
Fue un disfrute total este proyecto, con la gran entrega que tuvieron los actores. Había algo de entrenamiento, de experimento, de diversión, de juego, de aprender cosas.
Y además tu eras la protagonista….
Yo no sabía si en algún momento iba a afrontar otro protagonista, que además se acercase tanto a lo que podía ser yo, sin ser mi situación real, pero al final es una chica que es de Gijón y vive en Madrid, la edad era aproximada. El amor está siempre ahí, de la forma que sea, y siempre puede haber desavenencias ahí. Lo sentía muy cerca y fue fácil.

¿Es trabajo pero hay un valor añadido cuando trabajas en proyectos como Alma o Las noches de Tefia?
Se mezclan muchas cosas. En ALMA toda esta potencia emocional que llegó, porque yo estaba en un momento muy disgustado con la profesión y estaba al borde de tomar muchas decisiones cuando llegó. Luego te encuentras en un proyecto así, con un equipo grande que no abrumaba. El personaje lo disfruté muchísimo. Con Las noches de Tefia hice algo muy chiquitito, por decir que tenía cierta presencia. Conocía a Miguel del Arco por el teatro, y verle trabajando y que tocara temas tan importantes era para disfrutarlo a fondo.
En la obra que estás representando “No me toques el cuento”. ¿Se da una vuelta de tuerca a los cuentos infantiles?
No queremos romper los sueños de nadie, cada uno que viva las cosas a su tiempo y ya está. Si nos ponemos a analizar desde dónde vienen ciertas cosas o cuál es la motivación de esas princesas, y su concepción sobre el éxito o la felicidad, se podía reflexionar sobre ello. O el papel de los príncipes. ¿Por qué solamente tienen identidad o presencia para salvar, y rescatar? Hay algo que está ahí muy arrinconado que por suerte, no a todos nos entra en la cabeza.

Dicho esto, a mí los cuentos infantiles me siguen emocionando y me encantan, pero hay cosas que hace que se te ponen un poco los pelos de punta también.
¿Qué cuento te gustaba más?
La Bella y la Bestia me la sabía entera. Mi madre me la ponía y la veía encantada. Aladín y El Rey León también entrarían entre mis favoritas.
¿El público disfruta mucho con la obra?
Es muy divertida. Además, también la forma en que lo recibe la gente. Te llega de una manera que te apetece reírte dentro de escena. Es verdad que el mensaje es importante y tiene peso, pero no quita que se puede hacer comedia y hablar de cosas importantes.
¿Cómo te llegó la propuesta?
De una manera muy absurda, también como casi todo lo que me llega, que es que la persona, la chica que hace de Blancanieves en primer lugar, porque yo hago sustituciones de vez en cuando, era mi compañera de piso por aquel entonces. Había visto la obra infinitas veces y me encantaba. Nunca me había planteado estar ahí y de pronto a mi amiga le empezaron a salir otros trabajos y me dijo “voy a necesitar a alguien que esté en los momentos que yo no puedo estar, entonces te he propuesto”. Y entre una cosa u otra entré.

¿Te encuentras cómoda en la comedia?
Me encuentro cómoda y me apetece ir haciendo más cosas porque yo siempre he considerado, no me preguntes por qué, que yo era más de drama. Me gusta mucho un buen drama, lo disfruto mucho, aunque por fuera esté a lágrima viva, por dentro lo estoy disfrutando mucho. Y la comedia era algo que no había experimentado tanto, a nivel profesional, sobre todo. Entonces me daba un poco de miedo al principio y ahora he descubierto que me gusta mucho y que no se me da mal, no desentona con el resto.
Además piensa que me crié viendo a Lina Morgan…
¿Es una de tus referentes?
Sí, mucho y me gusta ver sus obras de teatro.
¿Eres observadora por deformación profesional?
Yo y cualquier otra persona que se dedique a esto somos muy observadores de forma natural. Entonces al final estás mirando qué gestos hace, qué persona, si viene a hablar… Sin más, es de una forma inconsciente. Sigue cuando estoy en un teatro o cuando estoy viendo alguna serie, analizo mucho y además reconozco que soy en el mejor de los sentidos, muy envidiosa. Digo “Me encantaría hacer esto”.

¿Un personaje pendiente?
Me moriría por hacer algo de la época de la Guerra Civil. En otro idioma me encantaría hacer algo de comedia, algo de drama, una historia chiquitita o una historia grande.
¿Estás en un momento personal para enfrentarte a cualquier proyecto?
Me siento fuerte, pero es verdad que cuando llegan las propuestas, siempre tengo mi fase de hacerme chiquitita y decir no sé si voy a poder con esto. Y luego se puede. Ahora pues con el proyecto nuevo del que todavía no puedo decir nada, sí que se me plantea un reto. Estoy bastante tensa con esopero al mismo tiempo me gusta que me propongan cosas que no haya hecho todavía.
¿Eres especialmente exigente?
Creo que todos un poco en la profesión pecamos de eso. Intento que tampoco se vaya a la distorsión, porque tendemos mucho también a ponernos una losa encima y creo que ya está bien porque bastante tenemos con la inestabilidad laboral. Pero sí creo que es un pelín inevitable. Entonces yo intento prepararme lo máximo posible e ir lo más tranquila y relajada. Quiero ir con los deberes hechos para luego con el director o con quien toque ir jugando con todo eso sin dudar.

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