Texto – Redacción. Fotografías – Hearst.
Aunque no le guste escucharlo, Ana Belén (Madrid, 1951) es un icono. Banda sonora de varias generaciones con 36 discos en el mercado, voz inconfundible de himnos como El hombre del piano o La puerta de Alcalá, rostro habitual del cine español, figura imprescindible de los escenarios de teatro, referente de elegancia y estilo y musa del diseñador Jesús del Pozo, imagen imborrable de la Transición, abanderada de causas sociales y altavoz inquebrantable del pensamiento crítico, su huella cultural alcanza unas dimensiones con las que muy pocos se pueden comparar.

En sus más de seis décadas de carrera, le han otorgado decenas de premios y reconocimientos, y cuando cita la pasión no es una forma de hablar, es su forma de vida. Ana encarna el espíritu ELLE, y lo demuestra en esta entrevista al emocionarse sin filtros mientras viaja por su línea del tiempo: «Yo empecé cantando en el colegio y a los 10 años lo hice por primera vez en la radio. Sabía que tenía voz, que afinaba, que era capaz de aprenderme las letras… Llegó la primera película, a los 13, Zampo y yo, y dije que sí por intuición. Y fue cuando Narros me dijo: “La intuición está muy bien, pero hay que estudiar”. Me llevó al teatro y descubrí que esa era la raíz de todo».

Ana Belén también se emociona al hablar de su pareja, el cantautor y productor Víctor Manuel, que lleva a su lado más de 50 años, sus dos hijos, sus nietos y sus amigos. «Tengo la suerte de tener unos amigos maravillosos y unas amigas que son lo más, porque qué necesarias son las mujeres amigas de verdad», exclama. Una suerte que también se ha convertido en apoyo para ella después de 60 años delante de las cámaras y subida a un escenario del que nunca se ha querido bajar: «Nunca… A lo mejor cuando estoy rodando una serie y me tengo que levantar a las 5:15, algún día me despierto y digo: «No puedo más, lo dejo». Entonces, aparece Víctor por detrás y me dice: «Te van a castigar. Un día Dios te va a castigar» (risas). Tengo la inmensa suerte de dedicarme a lo que ha sido mi pasión desde niña, pero ¿quién puede decir esto? Y seguir a los 74. Es un regalo».

EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA
- «Es cierto que a mí la vida me ha dado mucho más de lo que podía imaginar, en todos los sentidos. En mi trabajo, y con la posibilidad de poder seguir en él a los 74 años, y en amor, amistad, conocimiento… Sólo puedo dar gracias. Sé que es una gran suerte. Cada vez que me subo al escenario me falta hacer lo que hacía el Papa (risas): besar el suelo».
- «[Mi generación] Veníamos de una oscuridad absoluta y, afortunadamente, vivimos la gran transformación. Si hubiese nacido más tarde nada habría sido igual. Fue un momento único para toda mi generación, éramos jóvenes y nos tocó vivir al unísono lo que todo el país quería, que era cambiarlo de arriba abajo. En aquella época, Víctor escribía una canción y a los dos días se quedaba vieja, porque la gente ya estaba en la calle reivindicando otra cosa».
- «No me siento mayor, pero lo soy. Veo a mis nietos y digo: «¿Cuándo ha pasado todo este tiempo? Luego me calmo y pienso: “Joder, ¿cómo que cuándo? Has hecho esto, lo otro, aquello… ¡Qué vida tan rica! Soy una pazguata, pero sin esta profesión, sin la gente y las cosas que me ha permitido conocer, sería mucho más. Así que lo agradezco y lo disfruto cada día. Y encima me encuentro bien, la garganta me sigue respondiendo y la gente me quiere seguir viendo y escuchando».
- «[Al ver el mundo que hoy nos rodea] Me entra una tristeza… No entiendo cómo se ha llegado a esto ni cómo existe tanta maldad. Hay gente que dice: «No puedo leer los periódicos o ver las noticias». Yo no puedo quitarlas, quiero que me hagan daño. No podemos cerrar los ojos al horror. Hemos perdido la memoria y no entendemos que en ella está la clave para todo».

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