Movimiento circular de ruleta visual como lenguaje artístico

Texto – Redacción. Fotografía – Fuente: Canva Editor.

Girar una ruleta puede parecer un gesto cotidiano, casi automático. Sin embargo, ese movimiento circular que se repite una y otra vez, tanto en salas de juego como en pantallas digitales, ha terminado por adquirir un significado que va mucho más allá de lo lúdico. Para algunos resulta familiar; para otros, encierra un misterio difícil de explicar.

Fuente: Canva Editor

No es casualidad que numerosos artistas, desde creadores de esculturas móviles hasta programadores digitales, se hayan apropiado de la ruleta como recurso visual para hablar del azar, el destino y las vueltas repetidas de la vida. El círculo en movimiento evoca algo antiguo, casi primitivo, pero al mismo tiempo conecta con una sensibilidad muy actual.

La ruleta como emblema cultural y visual

Pensar en la ruleta girando hace difícil verla únicamente como parte de un juego de apuestas. Con el tiempo, ese movimiento ha ido cargándose de significados hasta convertirse, si se quiere, en un símbolo cultural. Su giro constante, que parece no detenerse nunca, refleja con claridad el tira y afloja entre el control y la suerte, entre lo que creemos saber y aquello que no podemos prever.

En este sentido, un informe del Diario de Fuerteventura de 2022 señalaba que la imagen de la ruleta, presente tanto en casinos físicos como en su versión online, atraviesa distintas industrias, desde el entretenimiento hasta el arte abstracto.

El círculo insiste: marca repeticiones, ciclos, ideas que culturas de hace siglos ya relacionaban con el tiempo, la vida en general; que un simple movimiento circular gane tanto sitio en nuestra mirada colectiva es, digamos, llamativo.

Arte óptico y el giro hipnótico

En pleno siglo XX, el arte óptico pareció darle nueva vida al giro hipnótico de la ruleta dentro de las galerías y más allá. Pienso, por ejemplo, en las piezas de Duchamp con discos girando allá por 1935; buscaba ilusiones visuales tan envolventes que daban la sensación de que la realidad y la percepción misma estaban en juego.

A partir de ahí, el círculo en movimiento ya no fue solo un truco visual: era algo que descolocaba, casi un portal hacia estados de trance sutiles, o una especie de hipnosis en miniatura. No solo quedó en Duchamp ni en “los clásicos”; ahora también artistas digitales y contemporáneos eligen hacer del giro, tanto físico como virtual,  el eje de su obra.

En obras multimedia, el movimiento de la ruleta funciona como código para visualizar lo impredecible y la repetición de patrones. Algunos datos recientes, por cierto, sugieren que en 2023 más del 30% de las muestras de arte cinético incorporaron elementos giratorios interactivos. Suficiente para pensar que la moda no ha pasado.

El círculo giratorio en el arte actual

Los espacios de arte, sí, pero no son los únicos; el formato ruleta se filtra por todos lados. Es más, el diseño gráfico, la publicidad o lo digital recurren también al movimiento circular, sea para ocultar o mostrar imágenes, mensajes o lo que toque. Hace nada, en la última ARCO Madrid, se contaron por lo menos 17 obras contemporáneas basadas en mecanismos giratorios.

Damien Hirst, por ejemplo, juega abiertamente con la idea de azar: tira pintura sobre discos en rotación y deja que el resultado hable solo.  El público entra en el juego: gira, observa, encuentra. El círculo los invita a decidir, a intervenir, a participar en la obra, tal vez sin anticipar el desenlace.

Azar, tecnología y participación del espectador

Con la llegada del siglo XXI, el círculo giratorio se amplificó, en buena medida gracias a la tecnología y la programación. Hay museos, sobre todo en Europa, que ahora dedican más de la mitad de sus exposiciones tecnológicas a piezas que giran, repiten, ciclan. Y el público ya no solo mira; decide, interactúa, a veces cambia la obra misma. Incluso en aulas, el círculo aparece en tarjetas didácticas para enseñar lógica o matemáticas; vaya, parece escapar del arte puro y meterse en la vida diaria.

Plataformas contemporáneas experimentan con cómo tomar los datos, los algoritmos y el azar y darles rostro a través de la ruleta. El resultado, sinceramente, desafía la idea del espectador pasivo. Nuevas formas de realidad, de posibilidades, probabilidades, incluso de incertidumbres.

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