Texto – Redacción. Fotografías – Santi Martínez Sancho.
Terry Gilliam, cineasta visionario de la locura y la épica excéntrica, Monty Python quijotesco y padre creativo de parábolas de lo político, social y religioso como 12 monos y El rey pescador ha vuelto al mismo Festival donde lo recordamos levantando el Premio Màquina del Temps en el año 2000. Este año, el mago británico ha regresado este viernes con su inconfundible carisma y sentido del humor para recibir el Gran Premio Honorífico ante un público que se ha rendido en aplausos.

Emocionado, Gilliam ha agradecido el galardón ante una audiencia que ha crecido y madurado acompañada de sus grandiosas películas, siempre atentas al poder de las ideas, a la reflexión más allá de los límites de la pantalla, al poder de la denuncia que habita en una sátira cyberpunk tan distópica como Brazil, donde el cineasta describía un mundo sometido al autoritarismo tecnológico no tan alejado de las páginas más oscuras de la historia contemporánea.

Gilliam también ha protagonizado un encounter donde ha bromeado que “no le gusta la fantasía” y que casi todas sus películas tratan sobre la imaginación, que, según él “no tiene normas”, luchando contra la realidad. También ha destacado los nuevos caminos de la animación contemporánea, tras su paso por el Festival de Annecy, su deseo frustrado de convertirse en director de animación de Disney y ha expresado su opinión sobre la necesidad de la imaginación pura en esta época de sobrecarga de estímulos.

Deja un comentario