Texto – Albert Roca. Fotografías– Santi Martínez Sancho-Archivo Carlos Mata. Entrevista realizada en Singular. Calle Carretas 14.
Definir a Carlos Mata no es nada sencillo. Lo ha sido todo en esta vida y lo sigue siendo, ya que su vitalidad le hace motivarse cada día en nuevos proyectos como su espectáculo «Desnudo con sombrero», donde se ríe y llora de uno mismo. Fue durante muchos años el gran galán de las telenovelas, donde «Cristal» la vieron en las cinco continentes y los países se paralizaron en el último capítulo. Hubieron más telenovelas de éxito y también discos y conciertos. Carlos Mata: el arquitecto que construyó una vida de éxito vive actualmente felizmente en Madrid, contento de la calidez de las fans que nunca le han olvidado.

¿Cómo te sientes cuando alguien se acerca y te da las gracias ya que por tu trabajo le hiciste feliz?
Eso es lo que da sentido a todo. Puedes hacer este trabajo para el autobombo y masajear el ego y que la gente te quiera mucho, o hacer un oficio que me apasiona como es el de actor o cantante. Se supone que son cosas que uno, y no lo digo muy alto, lo haría incluso gratis. Y eso es porque no lo considero un trabajo sino una verdadera pasión.
¿Pasión sin más pretensiones?
No las tenía aunque gané mucho dinero, no porque me lo planteara hacerlo. Lo hacía porque me gustaba. No pensé ni que iba a ganar dinero, ni que iba a ser famoso y esas tonterías que van dentro del paquete.
¿Cuáles?
Los premios que he recibido y que no quiero menospreciarlos: las llaves de la ciudad de Nueva York, la de Nueva Orleans, la de Lima, los premios que te dan los países, las Antorchas de Plata, Viña del Mar. Todos esos premios están guardados con mucho cariño, pero en cajones. Porque lo único que te queda es eso, la vivencia con el público, que es definitiva tu interlocutor.

Un público que siempre te recuerda
Me conmueven mucho las historias de las fans que me siguen desde los 11 o 12 años. Te cuentan cosas como que se había enamorado de mí cuando salía en televisión y eso era un aliciente en su vida, en lugar de ir por otros caminos más negativos. Tenían esa locura bonita de seguirme. Me siento muy feliz de haber subido a ese barco, donde series mías se vieron en más de 70 países de los cinco continentes. Todo eso ha perdurado de una manera impresionante. He estado en conciertos donde han ido chicas de 16 y 20 años. Y les preguntaba ¿Qué hacéis aquí? Y me dicen “Yo nací oyendo tu música”. Esas novelas que hice se siguen emitiendo de nuevo. La abuela la veía, la mamá también y ahora las nietas. Sin proponérmelo he formado parte de la historia de mucha gente. Y eso es lo más bonito que a uno le puede pasar.
¿Cuál es la clave del éxito de los culebrones?
Antes de contestar a esta pregunta me gustaría recordar el origen del término “Culebrón”. Es un término que se inventó en Venezuela en los 60. Decían culebrón porque no terminaba nunca, y se decía de manera despectiva.
Sobre el hecho de que gusten tanto los culebrones-telenovelas. En el fondo todo es lo mismo: ya sea en literatura, teatro y todo: la gente quiere que les cuentes algo que ellos no saben. A todos nos pasa. Yo, por ejemplo, soy un adicto a los libros y a la historia y que viene de mi padre. La biblioteca de mi papá tenía más de 800 libros, en varios idiomas como el alemán y el inglés. Los que hemos tenido esa formación como yo la hemos inculcado a nuestros hijos desde pequeños. Cuando lees te absorbe esa historia que te están contando y te das cuenta que no has terminado de descubrir el mundo. El ser humano tiene muchas maravillas que contar y que compartir. Entonces, en una telenovela te cuentan un cuento.

¿En qué sentido?
Cristal o La Dama de Rosa tienen un target muy específico que tiene que ver con la novela romántica. No es ningún invento nuevo, ya que a finales del Siglo XIX estaba la novela por entregas, y después la radionovela. Pero en el fondo, y volviendo a la anterior pregunta, la telenovela es un cuento por entregas, diario. Y así se escribió La Dama de la Camelias, el Conde de Montecristo. No ha habido nada nuevo, ya que todo estaba allí.
¿La gente disfruta con las historias de los demás?
Con las telenovelas pasa una cosa. No tienes que salir de casa para ir al cine. La telenovela invade tu hogar, se mete y es como si el público estuviera viendo por una ventana cómo viven los demás. Los que tienen dinero, los que no tienen, la chica que abortó, el otro que se divorció, la que le pusieron los cuernos…. El otro que trató de asesinarlo. Es decir… vives todo eso.
En mi espectáculo hablo de cómo el público ven reflejados en los demás su propia historia. Siempre hay un culpable, un malvado. Y van comentando “esa mujer es una sinvergüenza y Pérez también». No deja de ser otra manera de enterarte de la vida de los demás. Y eso atrae mucho.
El público se implica como si ese personaje de la telenovela existiera realmente. ¿Verdad?
Humberto Eco fue una de las mentes más brillantes del siglo XX-XXI. El famoso autor de El nombre de la rosa. Pero, sobre todo, el gran semiólogo. Tú hablas de semiología y automáticamente te viene a la mente Humberto Eco. Una vez le preguntaron ¿Qué opina de las telenovelas? Y contestó “me dan una envidia tremenda. ¿Cómo hubiera querido tener yo esa difusión? Esa exposición” El medio televisivo es una avalancha incontenible. El concepto sigue.

¿Y que piensas de las redes sociales?
Hoy en día olvídate de las telenovelas que duren 200 capítulos. Vivimos en la generación TikTok. Tienes 3 o 4 segundos para atrapar el público para que vean un vídeo que a lo mejor no dura ni un minuto. Entonces hoy en día el contenido es de desecho. Todo se vive de manera inmediata, y no perdura. Porque, como decía casualmente Humberto Eco, en el caso de la pintura, de la gráfica, el medio es el mensaje. Tú no tienes que traducir nada. En semiótica, el arte, por lo menos escultórico, pictórico, el medio, esta pintura, es el mensaje. Tú no tienes que estar lejos. La gente le da la interpretación que le dé la gana. Y a lo mejor no se parece en nada a lo que el tipo quiso expresar.
Sin existir Netflix ni ninguna plataforma en tu gran época ibas a Nueva York y te reconocía todo el mundo
Hoy en día, en Estados Unidos, una cadena como Telemundo saca una serie, número uno, como El Señor de los Cielos, y cuando lo emiten hay tres millones y medio de televisores encendidos. Eso era lo máximo hace tres o cuatro años. Pero en el caso de Cristal, el último capítulo, solo en España, compara a la población de Estados Unidos, que son más de 300 millones, con la de España en esa época eran 21 millones de televisores encendidos, donde en la mayoría había un solo televisor en la casa.
¿Cómo fue todo eso?
Teníamos una gran ventaja. Ni estaba empezando el cable, no había otra opción. La gente veía el canal más fuerte de su país. Y allí estaba Cristal arrasando en 60 países. Los canales la compraban.. Hoy en día la competencia es feroz, es más variado el contenido, que va desde pornografía hasta cualquier cosa, y que tiene acceso no solamente por los streaming, las plataformas, sino incluso por el teléfono. Y entonces, hoy en día es muy difícil medir eso.

¿Cuánta gente llegó a ver la serie Cristal?
Si habían 300 millones de personas hispanoparlantes a finales del siglo XX, Cristal la vieron 200 millones. Estoy hablando sin contar Israel, los países árabes, Turquía, Rusia, Corea del Sur, Estados Unidos… Cuando algo se convierte en un tsunami de esa naturaleza y están restringidos los canales de posibilidades, está destinado a ser un megaboom. Entonces, hoy en día nadie tiene esos ratings. Hay series muy pero que muy buenas, pero hay más de 30.000 para elegir y de buena calidad y que compiten contigo.
Siempre has reconocido que por encima de todo eres arquitecto
Yo he llegado a la conclusión de que yo soy un filibustero con permiso. Digamos que tengo patente de corso. Toda la vida me gustó dibujar y pintar. Y se me daba muy bien desde niño. Y luego la música. En mi etapa de estudiante me gustaban mucho las ciencias y las matemáticas, pero sobre todo me apasionaba la historia, el humanismo, la literatura. Terminé estudiando arquitectura porque se me daba muy bien la plástica. Todavía tengo capacidad de imaginación tridimensional. Puedo visualizar un espacio sin necesidad de dibujarlo. Terminé estudiando arquitectura, pero siempre con mi guitarra, en las entregas de diseños, no dormíamos, nos quedamos en la facultad todos haciendo las maquetas y todo. Era muy bonito esa experiencia en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central.

Y llegas a la música
Lo he contado muchas veces: por accidente caí en una audición para una comedia musical rock de Broadway que se llamaba Gospel, que se hizo la película también, que estaba número uno en Nueva York, en París, en Londres. Terminé trabajando allí, pero fue casi obligado. Y me enamoré allí del teatro, de la posibilidad, y volvemos a la infancia, de interpretar. Y entonces… ¿Por qué actor? Hay muchos que hablan de métodos y que es una manera de desprenderte del ego. En mi caso, confieso que para mí actuar es jugar con seriedad, pero como los juegos de verdad, donde los niños juegan en serio. Cuando un niño está jugando, está concentrado y se lo toma absolutamente en serio. Es la posibilidad de interpretar personajes, fantasmas de mi infancia. Desde D’Artagnan, pasando por Maurice Herzog escalando la Lapurna, o Tom Sawyer, o qué sé yo.
¿Como actor has rescatado el niño que llevas dentro?
Hay un actor dentro de cada niño. Todo niño quiere imitar, consciente o¡ no, sobre todo lo que considera que es una imagen paterna o materna. Ahí empiezan esos mitos, esos roles que les gustaría interpretar. En este caso cuando Superman es el superhombre. ¿Quién es el superhombre de tu casa? ¡Tu papá! Entonces se va traduciendo desde el punto de vista inconsciente. Lo vas convirtiendo en esos iconos o estereotipos del héroe que tanto habla tu amigo.

¿Cómo pensaste el espectáculo Desnudo con sombrero?
Yo empecé con lo que siempre han sido mis armas secretas. Una de ellas es la de no perder ese niño del que estamos hablando y no dejarlo morir. Y la otra es reírme de mí. Desde que soy niño recuerdo cómo me he reído de mí en los momentos hasta más trágicos. Es una manera de acercarse mental y emocionalmente. Cómo tenía esa imagen por muchos años del galán de la novela, quería mostrarme como un comediante.
¿Te gusta la comedia?
En teatro he hecho varias comedias porque gozo haciendo reír a la gente. El mi espectáculo originalmente el título iba a ser Amor con humor se paga. porque es muy difícil hacer humor si tú no logras que el público te quiera o le caigas bien. Y es muy difícil no querer a alguien que te hace reír. Es una dicotomía que se te retroalimenta. Es cariño más el humor. Me haces reír por lo tanto te quiero y te quiero porque me haces reír. Es un arma para seducir a una mujer. Hay gente que dice que hacer reír es un afrodisíaco muy fuerte.
El título actual Desnudo con sombrero lo definía todo ¿Verdad?
Sí, porque está relacionado con la honestidad. Si yo me desnudo completamente, tengo que mostrar mis momentos más dolorosos, mis momentos más sombríos, que los tengo como cualquier ser humano. Lo que más me ha funcionado para crear ese vínculo afectivo siempre ha sido el humor o la música. Entonces, tienes la música en vivo, pero tienes el humor. Y qué mejor manera que reírte de ti. Todo lo que yo cuento es 100% real. Hablo de las cosas que me han pasado desde niño, y sobre todo en las telenovelas, en todo lo que he hecho en mi vida. Y hay la parte risible, donde yo más bien quedo en ridículo. Y el primero que se expone a quedarse en ridículo soy yo. La gente se engancha porque se genera una conexión afectiva con mi vulnerabilidad.

De nuevo hablas de la importancia de ser honesto de ser honesto y vulnerable
Cuando Cristal pegó en España, una de las cosas que más me sorprendía era cómo el público masculino le conmoviera una historia romántica. Le salían unas lágrimas y se iban al baño para que nadie los viera. Había cierta ironía ya que se hablaba con ciertos términos del culebrón y resulta que no se perdían ningún capítulo. Pero en esos momentos no lo querían reconocer. Había una sociedad machista donde se dejaba bien claro que la mujer es débil y el hombre fuerte. Eso es una idiotez del tamaño de la copa de un pino. Porque la vulnerabilidad, el ser sensible a las cosas no te hace débil. Te diría más, el mostrarlo sin tapujos te hace fuerte.
En mi caso no me da reparos reconocer mi vulnerabilidad. Tengo años de vida, y tengo arrugas y canas para expresarme sin tapujos. Me he ganado ese derecho.
¿Qué ha supuesto para ti este espectáculo?
Lo que me ha dado es la alegría de poder regalarle al público, no un Luis Alfredo de Cristal, que ya se lo saben de memoria, o un Tito Clemente de La Dama de Rosa, o un no sé cuántos mil nombres que he tenido en telenovelas. Tampoco es el cantante en un escenario en la portada del disco. Es el verdadero yo de Carlos Mata y quiero que la gente se lo pase bien y que canten conmigo al final del espectáculo.

¿Confiesas muchas cosas?
Cuento cosas mías que nunca he contado públicamente, que han sido dolorosas, pero las cuento sin tragedia, con la absoluta aceptación de una persona que ha aceptado la vida y pasa de eso. La gente se conmueve, porque le están hablando con verdad.
¿Cómo te sientes en Madrid?
Estupendamente bien. Yo me fui a Madrid por razones personales, pero yo viví aquí momentos preciosos, y no podía estar lejos de mis hijos en ese momento.

¿Consideras que has sido feliz?
¿Te digo la verdad? Yo he sido feliz. Y he sido infeliz. He pasado de alegrías brutales a dolores muy fuertes. He estado 3 o 4 veces a perder la vida en una filmación, casi muerto. He vivido de todo. He vivido el amor y el desamor como cualquier hijo de vecina. Nada especial. Pero, sí te puedo decir que toda mi vida el lugar común es la gratitud.
Siempre digo que he sido absolutamente bendecido por algo que no sé si me lo merezco. Siento una deuda eterna con la gente y hasta con Dios. Le pregunto ¿por qué me diste algo que yo no perseguí, y me caía a codazos para llegar? Llegué por accidente, terminé haciendo teatro, terminé haciendo telenovela, aunque me negara durante 8 años. Después me negué a ser protagonista por otro montón de años. Pedía un papel de asesino en serie, porque me parecía mucho más interesante como personaje. Y sin embargo, a la larga he terminado dando las gracias. Y todo porque ha sido un privilegio que no busqué, y que a lo mejor ni merezco.
Y todo se resume en….
… gratitud. Sobre todo, por la gente con la que me he cruzado en esta vida en muchos países, pero sobre todo por mis hijos, mi familia, mis verdaderos amigos y amigas que muchas veces ni siquiera son de este medio. He vivido un montón de cosas. Y de eso se trata la vida. Y tú no sabes cuánto tiempo vas a estar aquí.

Deja un comentario