Texto – Albert Roca. Fotografías- Santi Martínez Sancho-Archivo. Entrevista realizada en Cafeteria Carretas 14.
Una serie que ha dejado huella fue “Allí abajo”, que a lo largo de diferentes temporadas pudimos ver divertidas historias a través de diferentes personajes. Uno de los más queridos fue el de Irene, interpretado por Rocío Molina, que enamoró al público con su historia de amor con el personaje que interpretaba Salva Reina. De esta serie y de proyectos que ha hecho más adelante nos habla en esta entrevista.

En tu formación hiciste lectura dramatizada. ¿Aprendiste de ello?
Es un ejercicio muy bueno de contención a la hora de interpretar, que es algo que se aprende con la experiencia. Porque de primeras como que todo el mundo queremos llorar y enfadarnos y gritar y hacer escenas Robert de Niro, como muy intensas, y luego con la experiencia te vas dando cuenta de que realmente todo lo que es más pequeño, más contenido, el llanto que nos sale, es lo que más transmite realmente.
Participaste en talleres de creación colectiva . ¿Verdad?
Yo tuve diferentes pactos con distintos lugares de Madrid. Entonces, hicimos un proyecto para el Ateneo, dónde había un festival de teatro post-dramático. Dentro de la escuela había un concurso de proyectos y cada uno íbamos creando el nuestro y luego el mejor iba ahí. El proyecto final también de la formación de la escuela, que era Work in Progress, era crear una obra de teatro entre toda la clase que luego estrenamos en el Teatro Luchana.

¿Y qué función tenías concretamente?
Yo hacía dramaturgia, que es lo que más me gusta hacer.

¿Qué proyecto te gustaría realizar?
El año pasado estuve trabajando en un proyecto que ahora mismo está parado, pero me gustaría poder retomarlo y quizás el año que viene, cuando tenga medios para poder sacarlo adelante de la forma que me gustaría. Es una obra de teatro que estaba escrita, que se llama Quebranto. Intentaba reflexionar sobre el tema del feminismo que ahora está tan sobre la mesa. pero me interesaba como buscar un punto de vista distinto. Es decir, después de hablar con muchos amigos hombres, y darme cuenta de que, en general, aunque sean feministas o tengan un momento muy abierto, sí que perciben a veces el feminismo un poco como un homenaje en ciertos momentos o en ciertas circunstancias o en algunos conflictos. Y esto me sorprendía un montón, porque son amigos que sabes que tienen una mentalidad muy próxima a la tuya, no es una persona a la que ya esperas que pueda ser un pelín más anticuado.
Pensé, para cambiar esto o para intentar entrar dentro de estas mentes en que se perciba como una amenaza, a lo mejor lo interesante es ponerme en su postura y entender por qué hay un punto en el que se sienten vulnerables y amenazados. Y quería un poco enfocar la obra desde ahí. desde unas mujeres que sí que tenían un feminismo un pelín más incisivo y no dejaban que un hombre que quería intentar cambiar o entender al menos que necesitaba cambiar, no le permitían hacer ese cambio. Y darle un poco la vuelta a la situación,

¿Crees el teatro como una herramienta de reflexión?
Ser actor te ayuda a ver ciertas injusticias. Por eso siempre los personajes siempre me han gustado más son un poco los más deleznables. El héroe o el personaje legítimo es muy fácil de comprender y de que todo el mundo empatice con él. Pero un personaje que está en el otro lado de la moral, si está bien construido, también deberías de empatizar con él, aunque luego juzgue su comportamiento y no lo apruebe. Debería tener todo un mundo de razones y de legitimidad que te hagan comprender por qué es como es. Entonces, crear eso como actriz es lo más divertido. Crear lo otro es fácil.
Todos pensamos que somos buenas personas, que a veces pueden cometer un error, pero nadie va por ahí pensando soy una persona malísima, todo el mundo consigue justificar lo que hace. En su manera lo comprende y considera que tiene las razones súper legítimas e ilícitas para hacer lo que hace. Y eso es lo que tú tienes que construir. Y encontrar eso es lo más interesante a nivel artístico y a nivel humano también. Porque creo que obviar que hay toda una parte de la naturaleza humana que es un poco más oscura, tampoco es nada bueno.

Hablemos de la serie Allí abajo. ¿Qué recuerdos tienes?
Fue el primer proyecto profesional. Los primeros días, fueron pura emoción. Yo llegaba a la sala de vestuario y se me ponía un nudo en la garganta. Yo quería parecer muy profesional, como que eso era mi normalidad. Yo estaba emocionadísima. Llegaba al camerino y vi el clásico espejo con las bombillas como había visto en las películas, pero intentando parecer súper profesional. Y luego el equipo era muy humano y muy cálido. Y también como grabábamos en Sevilla, no había esta dinámica que pasa en Madrid, de que a lo mejor recogen a los actores, los llevan a un sitio que está muy alejado, luego los llevan a su casa y no hay posibilidad de interactuar tanto después. Grabábamos en el centro de Sevilla, en el Palacio de Monsalves, y todo el equipo nos quedábamos alrededor, en un piso, en un hotel, en un bar. Mis compañeros y compañeras eran muy conscientes de que era lo primero que hacía y me cuidaban mucho. Entonces, tengo como un recuerdo muy tierno, muy bonito. muy bonito.
Además, con Salva Reina, que en las últimas temporadas compartí muchísimo tiempo, cuando le veo me tengo un montón de cariño, me hace muchísima ilusión verle.

Tuviste un personaje Irene, que tuvo una evolución
Al principio tenía como tres frases por capítulo, si es que salía, cosa que se convertía en un drama si no salía. Cada vez que avanzaba el personaje para mí era todo un hito, como por ejemplo la primera vez que mi personaje sale de la clínica y va de calle a tomarse una cerveza. La fueron incluyendo como en las tramas secundarias de otros personajes. Pero lo que lo hizo crecer más fue la historia de amor con Salva. Eso fue lo que le dio como un recorrido mucho más grande y me permitió también hacer escenas un poco más variadas, con emociones diferentes.
Y estuviste allí tres temporadas
Me daba mucha confianza continuar, pero entendía que hubieran personajes nuevos y cambios para que la serie pudiera evolucionar. Y yo seguía, cosa que me hacía muy feliz.

La serie la siguen emitiendo en Factoría de ficción. ¿Lo notas?
Un niño, hace un par de años o tres, cuando estuve en Navarra haciendo un curso de cine, viene corriendo hacia mí y me dice ¡Ah! ¡Eres Irene! Con una ilusión como si hubiera visto a Papá Noel y me dice ¡Estoy viendo toda la serie entera! Me estuvo contando toda la historia de que la ponen los jueves y cuando es fiesta no la puede ver. Fue muy emocionante.
¿Es cuando sientes el efecto de lo que haces?
La gente es muy agradecida. Que tú hagas algo que a ti te hace infinitamente feliz y que a otra persona también es como una simbiosis.

¿Qué recuerdos te llevas de Mi querida cofradía?
Aunque había hecho cortos y había hecho otras cosas, fue mi primera película, con equipo profesional. Para la directora también era la primera película, para mucha gente del equipo técnico también. Fue como un bebé para muchas personas. Creo que todo ese amor que había, ese cuidado, esa cosa tan dulce con la película, aparte de que el guión era maravilloso.
Con Víctor Erice rodaste Cerrar los ojos. ¿Imponía ser dirigida por un director de tanta trayectoria?
Imponía porque estaba delante de un momento de la historia del cine. Yo tenía un papel pequeñito, pero fue todo maravilloso. Yo creo que estaba demasiado impresionada para actuar mucho con él, porque me imponía un montón de respeto, pero luego, sin embargo, es una persona súper dulce y súper abierta y la forma que tiene de dirigir, de hablarte, de cómo quiere las cosas.

¿Eres exigente cuando te ves?
He ido aprendiendo a medir un poco la exigencia. Sobre todo cuando estudiaba, era muy exigente y a nivel negativo. Mis profesores siempre me reñían por eso. pero lleva un punto en el que la exigencia juega en tu contra. Entonces, estar ahí no es productivo y no te hace aprender. Rebaja. Entonces he ido aprendiendo un poco a rebajar. Y a aprender que te puedes equivocar y que no pasa nada, que es parte del aprendizaje.
¿Cuál sería tu personaje ideal que te gustaría interpretar?
Hay un libro que me gusta un montón, que se llama Stonehead, de John Williams. Y hay un personaje, que es una mujer del protagonista, que es un personaje que siempre he pensado que en cines sería maravilloso. Y siempre he pensado, si alguien adaptara este libro y hiciera una película, me encantaría hacer eso en persona. Porque justamente es una mujer con una conducta un tanto reprobable, pero que luego a la vez está muy bien construida y entiendes muy bien también por qué hace todas las cosas que hace y cómo se comporta con el marido y con la hija.

Te gusta mucho la poesía ¿Verdad?
Estoy haciendo un curso de poesía y tengo una profesora maravillosa que se llama Olaya Castro y me está encantando porque a mí me está abriendo un montón de puertas nuevas con respecto a la poesía y a mí me parece que es como un poco una pelea por ver cómo dices, lo que necesitas decir, pero de una forma nueva.
Finaliza la frase. Ser actriz es…
Indescriptible.

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