Texto – Albert Roca. Fotografías- Santi Martínez Sancho. Entrevista realizada en Cafeteria Carretas 14.
Después de diferentes trabajos, Ana del Toro estuvo en primera línea en el audiovisual con el personaje de Fina en 4 estrellas. Otros personajes importantes en su trayectoria son el de Lú Belmonte, o en cine en García y García. El teatro es otra de sus pasiones y siempre tiene en mente un personaje que le seduciría interpretar.

¿Ser actriz es una carrera de fondo?
Sí. Es algo con lo que he convivido desde que soy bien pequeña, porque mi madre siempre me ha dicho que la vida es una carrera de fondo, y luego resulta que la profesión que escojo lo es aún más… Siempre que me permitan seguir adelante actuando, aunque sea en pequeños momentos, con eso yo voy a ser feliz. Si yo sé que mañana tengo una función o incluso dentro de tres meses, eso me calma el alma. Si no tengo nada por delante, tengo que crearme algo para poder seguir viviendo.
¿Cuando eras una niña eras la que destacaba en las funciones?
En la primera función que hice en Tenerife, mi frase era “Somos amas de casa..”. A mi madre eso le cabreó muchísimo. Y entonces me dijo que la cambiara que dijera somos “Anas de casa”, ya que mi otra compañera también se llamaba Ana. Yo tenía cinco años y me acuerdo perfectamente. Desde siempre me gustó el teatro. Por suerte mis padres me han llevado mucho a verlo.

¿En tu casa te han ayudado en este aspecto?
Vamos a ser sinceras, cuando tú le dices a tus padres “mamá quiero ser artista” te apoyan, pero lo primero que me dijeron fue: estudia una carrera. Empecé ingeniería informática y en el primer cuatrimestre lo dejé. Posteriormente, mis padres, comprensivos, me dijeron que adelante con estudiar arte dramático y como pasé bien las pruebas todo fue adelante.
En 4 estrellas estuviste en tu primera diaria. ¿Prueba superada?
Claro que sí. Fue una fantasía, la verdad. Porque además me llamaron para poquitas sesiones y, de repente, cuando se terminan veo que sigo apareciendo. A la semana siguiente vi que tenía otro día de rodaje y así hasta 26 sesiones. Nunca supe hasta cuándo iba a estar. Algo que iba a ser más cortito se convierte en algo más y fue una maravilla, una fantasía. Además, estaba Antonio Molero y Luisa Martínez, con ellas me partía de la risa. Me sentí muy bien arropada, así como también en García y García con Pepe Viyuela.

Tienes un canal de Youtube….
Al principio lo planteé relacionado con mi curriculum profesional. Para dar a conocer lo que he hecho, como los cortometrajes y mis trabajos. Lo bueno, además de las visitas, es que se puede ver la evolución que he tenido desde mi primer videobook. Aunque no me guste verme, aprendo a ver en qué momento estoy y qué puedo mejorar.
¿Lú Belmonte has ido tu trabajo más especial?
Fue el mejor regalo. Yo a Juana Martínez, la directora de casting, le debo mucho. Siempre digo “gracias a la Juana que me ha dado tanto”. Por “García y García” y “Lú Belmonte”, porque estar en ambas fueron en gran parte por ella. En “García y García” porque ella fue la directora de casting y confió en mí. Y en Lú Belmonte porque yo estaba haciendo un curso con ella. Entonces, conocí a un compañero que ahora es un gran amigo, el director Roberto Fernández. Y un día me dice tomando una cerveza: te quiero contar un proyecto. Yo fui un poco escéptica porque he pasado por otras situaciones parecidas que al final no han conducido a nada, pero aquí si. Empezamos con un corto, tres personas, el director, el cámara y yo. Luego decidió alargarlo y de repente, montamos un pequeño equipo con gente con ilusión y con ganas y tiramos hacia adelante. Yo, de hecho, estaba en ese momento en Granada y me venía aquí los fines de semana con mi ropa, yo me maquillaba, me peinaba, me traía mi vestuario y entonces apalabrábamos entre Roberto y yo qué era lo que le funcionaba y qué no con el personaje.
¿En 4 estrellas u otros trabajos, es importante el equipo?
Creo en el trabajo en equipo, en la tribu, en la comunidad. Todo es un engranaje perfecto para que en ese momento surja la magia. Si no, no tiene ningún sentido el pensar solamente en ti.

¿Cómo fue con la obra La llamaban Tula?
La montó el director y actor Miguel Rascón y seguimos con la gira, pronto la llevaremos a Ávila y ya estamos con una nueva obra “Firmado Colette”.
¿Y de qué trata?
Habla sobre una escritora francesa, de la borgoña francesa, que se llama Sidonie-Gabrielle Colette. Y bueno, es una maravilla. La estrenamos en Benasque y hace poco la hicimos aquí en Madrid. Pronto la llevaremos por toda España.
¿Qué historias te interesan?
Me interesan mucho las historias que han sido silenciadas. Y no darles voz porque ya la tenían, sino subirles el volumen, eso es lo que a mí me interesa. Pienso que nos equivocamos cuando decimos que les damos voz, porque la voz la tenían. Lo que hacemos es subirle el volumen a sus voces. En las clases de historia y literatura no se cuenta todo y menos de las mujeres. Por ejemplo, con la Tula, Gertrudis Gómez de Avellaneda, no escuché hablar de ella y sí de Bécquer o Espronceda, entre otros. Me interesan esas vidas, entre otras, y esas historias, porque también gracias a ellas yo, como mujer, estoy aquí. Siempre me ha apasionado descubrir historias, no sólo de mujeres, de cualquier persona, pero de mujeres en especial, porque gracias a ellas yo tengo una libertad que mis abuelas, por ejemplo, no tuvieron. Y también me gusta hablar sobre política.

¿Te interesa la política?
Sí, siempre. No creo que me pudiese dedicar nunca a ello, aunque a veces fantaseo con eso. Clara Serra, es una filósofa fantástica que se dedicaba a la política y terminó dejándola porque de alguna manera siendo profesora de filosofía, supo que también hacía política, pero desde un lugar diferente. Me gusta pensar que hago política con el teatro. Como política tienes unos ideales, pero no puedes conseguirlos todos porque tienes que pasar por ciertos filtros. Como actriz, siempre que se pueda y haya una narrativa buena detrás, se puede ser política.
¿Y te gustaría llevar una historia tuya al teatro o al audiovisual?
Estoy escribiendo ahora un monólogo y luego tengo un corto, que todavía no lo he sacado a la luz y no sé si algún día me atreveré a rodarlo, pero sí, me encantaría.
¿Qué tipo de papel te gustaría hacer, que no hayas hecho?
Cualquiera, pero yo estoy obsesionada con las comisarias, con las detectives. Es una cosa que me apasiona, pero no me pongo límites, porque soy de las que opinan que las actrices podemos hacer cualquier papel. Interpretrar es un trabajo. Nos estamos quedando a veces un poco encerradas en que lo más cercano a nosotras, es lo que se nos ofrece. Creo que la diversión está en poder alejarnos de nosotras y entender y comprender a ese personaje, sin juzgarlo, eso es una fantasía. Entonces, cualquier personaje que me den, mientras que la narrativa esté bien contada, a mí me va a apasionar.

¿Haces deberes como el estar observando y ver películas?
Veo un montón de películas, teatro y como trabajo mucho en bares,es el mejor lugar de observación. He trabajado en diversos tipos de restaurante. Tanto en algunos hiperpijos como en tascas y bares de toda la vida. Y es que ahí todas somos clientas. Pero cuando tú trabajas lo ves desde el otro lugar, desde detrás de la barra, a través de la observación, ves cosas maravillosas. También espeluznantes. Yo trabajo siempre atención al cliente cuando no curro de actriz. Hay gente que viene a verte a ti. Y ya de paso se piden algo, porque no se pueden quedar sin tomarse nada. Pero vienen a verte, a contarte, a desahogarse.
¿En esta observación que haces, qué detalles aprecias?
Siempre cuento una anécdota de cuando viví en Alemania. En una clase de interpretación, con uno de los primeros ejercicios que hicimos y al terminarlo y poner en común cómo nos habíamos sentido, ellas decían que lo que lo que menos le gustaba del ejercicio era mirarse a los ojos. Aquí en España, cuando haces ese tipo de ejercicios lo primero que te enseñan es a mirar a los ojos. Y al final, culturalmente, aprendes una cosa. A mí me encanta mirar a los ojos. En esa observación cada una se adapta a lo suyo, pero absorbe de todo el mundo. Sobre todo, en teatro es dónde más miro a los ojos, porque en la vida normal me cuesta un poquito más. Por miedo a que te vean, realmente.
Acaba la frase: ser actriz es…
… un viaje tortuoso y fascinante

Deja un comentario