Texto – Albert Roca. Fotografías- Santi Martínez Sancho-Archivo Álvaro Serrano Sierra. Entrevista realizada en Cafe & Tapas Carretas 14.
Uno de los personajes más carismáticos de la serie “Sueños de libertad”, que emite Antena 3 en la sobremesa, es el personaje de Gema, interpretado por la actriz Agnès Llobet. Un personaje apasionado, ambicioso en el mejor sentido de la palabra y que quiere restituir el honor de su familia. Agnès Llobet, apasionada de la literatura, es ya un rostro conocido en televisión por sus papeles en “Acacias 38” “La sonata del silencio” o “La cocinera de Castamar”.

¿Qué es lo que le mueve a tu personaje de Gema en Sueños de libertad?
Para construirlo tiene muy presente la lucha de clases, y donde quiere encontrar su situación real. Ella piensa en lo que no ha vivido, y que considera una injusticia: el dinero que no ha tenido, la educación, el entorno sociocultural. Hay una serie de frustraciones que le hacen tener unas aspiraciones de encontrar el espacio que tenía, y que le hacen creer que eso le corresponde. Y allí hay una actitud de rebelión.
¿Y de qué manera se manifiesta?
Tiene una necesidad de ser valiente, de tener coraje porque ve que la justicia está de su parte.
En la serie todos los personajes tienen una necesidad de ser mejores y que se acentúa en los personajes femeninos, ¿verdad?
La serie está situada en un contexto de opresión, de falta de oportunidades. En esos momentos, la identidad de la mujer estaba supeditada a la que le daba el padre, el alumno por la ausencia de su padre, la identidad del marido, la identidad del hermano. Entonces, la parte masculina tiene una identidad que marca la identidad de la mujer. Y en todo ello hay una necesidad de cambio.
En una de las escenas, Gema tiene un sueño romántico con María.
Es un globo, una ensoñación. Creo que son mujeres que tienen heridas y son fuertes en el sentido de que sobreviven a heridas muy bestias, en un contexto histórico ya de por sí muy complicado. Ha estado muy bien trabajar esto, porque en lugar de hacer un giro de trama, se ha proyectado como una fantasía en forma de sueño.
Un aspecto de Gema es su ambición. ¿Lo consideras positivo?
La ambición mueve mucho, y bien colocada, creo que no es negativa. Lo que pasa es que después hay matices y dependiendo de cómo la trabajes y te relaciones dependerá de si el resultado es bueno o malo.

¿Te sientes arropada con el equipo de actores?
Sí, especialmente con Javier Beltrán y Roser Tapias, con los que tengo muchas tramas. Me siento realmente afortunada. Aparte de que son muy buenas personas, son muy buenos actores, y no tienes ningún miedo de romperte las venas en el set porque siempre contarás con su apoyo.
¿En qué aspectos coincides más con tu personaje y en cuáles estás más distanciada?
En lo que coincido es que no tolero las injusticias. Lo que pasa es que la gente es más valiente para enfrentarse y yo gestiono peor los conflictos. Ella habla cara a cara, grita, dice “basta”, y yo me lo guardo más para adentro.
¿Y es necesaria la rebelión?
Cuando hay algo muy injusto, claro que sí. O luchamos, o estamos acabados, estamos perdidos., Estamos bastante enterrados en la vida ahora mismo.
Volviendo a tu personaje. ¿Es todo un clásico de la literatura, restablecer el honor de la familia en cuanto a las clases sociales?
Para mí, el orgullo de clase se manifiesta de varias formas, la historia de la rebelión de una mujer, pero también de la competitividad entre dos familias. Y en todo ello hay una historia de fondo, la de una injusticia muy marcada en que dos familias sean desequilibradas. Una familia que se ha roto para construir dos núcleos y donde se ha creado una situación injusta. Para mí, como escritora, pienso que restablecer la justicia es uno de los fines de la dramaturgia por excelencia.

¿Tu personaje puede ofrecer muchas sorpresas?
Yo creo que puede dar mucho juego porque hay colores que no se han tocado. Todo ello tiene que ver con la relación con otros personajes y tramas que todavía no hemos visto. Pero que continuará con lo que ella es.
Una cosa que manifiesta el personaje es que todos necesitamos un motor y un objetivo en la vida, ya sea en forma de aspiración social como de amor. En la historia de amor que tiene con Joaquín, que está muy bien escrita, se muestra una insatisfacción por las dos partes, y que se puede romper, se puede transformar, se pueden encontrar los ingredientes para que sea profundamente satisfactorio. Y es que, por encima de todo, se quieren con locura.
Imagínate que hay un nuevo espectador que ve la serie. ¿Qué es lo que se puede encontrar?
Hay muchos, como por ejemplo la forma que arriesga en cuanto al ritmo de la acción, porque todo está condensado, pero las cosas no pasan por pasar. Pasan muchísimas cosas muy potentes, pero todo es para que todo evolucione, para que lo más oscuro se transforme. El personaje crece, cambia, se modifica, y eso enriquece muchísimo tanto a todos los personajes como a todas las tramas, y sobre todo, para mí, las subtramas. También se encontrará un elenco precioso, porque hay actores y actrices que trabajan con mucha honestidad. Otro aspecto que me gustaría destacar es la factoría visual, que es extraordinaria.

Hablemos de una faceta tuya que es la literatura. ¿Siempre te ha interesado?
El hecho de que una casa tenga una biblioteca, una librería en casa, es súper importante para los niños, la inquietud y tal. Y en mi caso fue así. Mi madre tenía una librería pequeña, de metro y medio, solo de poesía, por ejemplo. Mis inicios en la poesía son muy escatológicos, porque yo iba al lavabo con libros de poesía desde muy niña y recitaba versos.
Estás a punto de publicar un libro. ¿Cómo es?
Un árbol en Siberia es una mujer de 40 años que recibe la herencia de su abuelo, que es su gran biblioteca Y ella recupera la historia familiar de este padre materno, de su abuela que no conoció. Es como una reconstrucción de los cuatro abuelos desconocidos por ella.
¿Te sientes cómoda escribiendo? ¿Te ayuda en tu faceta como actriz?
Siempre digo que lo que me apasiona es trabajar con la palabra. La palabra es acción. En tanto, eso somos: actriz que acciona, pero la palabra también es imagen y sensibilidad. La palabra tiene tantas dimensiones. que de alguna manera todo te hace crecer. Yo, como lectora, puedo crecer como actriz, para después elaborar pensamientos. Te llega un guión y haces un trabajo para definir lo invisible y pasar por el filtro una propuesta que te han dado. Y luego la pasas por un filtro emocional, físico y intelectual.
Me hace enriquecer porque ha sido una aportación desde afuera y eso luego puedes evocar el trabajo de la palabra desde otro eje, con otra perspectiva.

¿Qué recuerdos tienes de tus inicios?
Empecé la interpretación a los 8 años, con Leona Di Marco. Recuerdo que siempre decía que tenía que disfrutar de volver a ser un niño pequeño, por el hecho siempre de descubrir. Y con Llágrimas de sang, que fue de los primeros trabajos que hice, descubrí el audiovisual en concreto y eso no lo puedes perder nunca. Nunca dejo de recordar esa necesidad de tener la mirada de un niño. Todo ha de ser una sorpresa para poder fascinarte, para poder estar en reacción instantánea, en el presente inmediato. Todo ha de ser así, siempre por primera vez.
¿Uno de los personajes más “incómodos” fue el que hiciste en Acacias 38? ¿Cómo lo trabajaste?
En mi trayectoria he hecho 3 malas, como la de La sonata en el silencio, y el de Acacias 38 fue otra de ellas. Lo más interesante era que no se mostró con un estereotipo de manual. Esa oscuridad que tenía venía marcada por unas heridas que había arrastrado. Cando trabajo estos y otros personajes, me gusta dotarles de mucha vida interior.

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