Lidia Navarro: “Cuando eres actriz te haces muchas preguntas”

Texto – Albert Roca. Fotografías- Santi Martínez Sancho-@marcosgpunto. Entrevista realizada en Cafe & Tapas Carretas 14.

Ya sea en cine, teatro o televisión, allí podemos encontrar a la actriz Lidia Navarro. Su gran exigencia y lo que aprende diariamente con la docencia le han hecho crecer en diferentes registros. Actualmente la podemos ver en la gira de la exitosa obra de teatro “Los lunes al sol”, adaptación de la recordada película de Fernando León de Aranoa.

© Santi Martínez Sancho

¿Para la gente que hubiera visto la película Los lunes al sol, qué cambios hay en la adaptación teatral?

Se han actualizado algunas cosas que nos conectan con la precariedad laboral tal y como la vivimos hoy. Hay cambios en los personajes también, y es una versión que tiene en cuenta que el lenguaje del cine y del teatro son distintos, aunque en esencia traten el mismo tema. Y jugando al teatro, como hizo maravillosamente bien León de Aranoa con el cine, Javier Hernández Simón ha hecho una dirección extraordinaria, desde mi punto de vista, trabajando con mucha profundidad los conflictos sociales y personales, las relaciones y la humanidad de los personajes.

@ marcosgpunto

¿La historia que trata sigue muy vigente?

Totalmente vigente. De hecho, no se sitúa en un momento ni lugar determinado (aunque el contexto del cierre del astillero nos lleve a un lugar concreto), pero es perfectamente entendible la situación que atraviesan unas personas que han tenido toda la vida el mismo entorno laboral, que no han conocido otra cosa y, de repente, todo lo que conocían y todo lo que eran se desmorona. En la versión teatral este drama se agudiza al haber subido las edades de los personajes. Totalmente vigente también es el reflejo de una sociedad en la que la productividad es lo más importante y un signo de identidad: eres cuanto tienes y lo que trabajas. Más allá de la subsistencia, tu autoestima depende en gran medida de eso, de la utilidad laboral. Y esta reflexión, a nivel general, nos resuena mucho como artistas porque nuestra autoestima depende bastante de que nos quieran contratar o no. Cualquier persona que pierde un trabajo más o menos estable siente el peso de la inseguridad e incertidumbre. Nosotros vivimos siempre en ese abismo.

Estuviste en la obra “Las trágicas payasas de Shakespeare”, dirigida por Hernán Gené. ¿Qué tiene Shakespeare para que continúe estando presente?

Sus personajes tienen mucha humanidad. Lo que les mueve, sus bajas pasiones y las nobles, los instintos, las relaciones más primarias. Porque seguramente el fondo del alma humana es el mismo en cualquier momento histórico, aunque cambien las formas y circunstancias.

Das clases y haces espectáculos con niños y adultos. ¿Cómo sientes esa experiencia?

Me gusta mucho la docencia. Las niñas y niños tienen una capacidad infinita de juego que en la edad adulta vamos perdiendo o escondiendo. Me aportan cosas muy bonitas, tanto personalmente como profesionalmente. Desarrollas, de verdad, el sentido de “la escucha”. Nosotros, como profesionales, siempre estamos hablando de esto, de lo importante que es que nos escuchemos, que los cuerpos escuchen, que seamos capaces de conectarnos y responder de verdad a lo que sucede en la escena en el momento que la representamos “como si fuera real”. Esto en una clase es más que recomendable, debes agudizar la percepción de todo lo que sucede, que desde luego pueden ser cosas de lo más variado y divertido. No te puedes relajar ni un momento.

© Santi Martínez Sancho

¿Es terapéutico para cualquier persona ir a clases de interpretación?

Siempre he huido de la palabra terapia asociada a nuestra profesión porque tiene ciertas connotaciones que no me acababan de encajar. Pero, fíjate, que cada vez estoy más convencida de que es muy terapéutico para cualquier persona. A mí me ayuda a “soportar” la vida o, más bien, a completarla. Como actriz tengo la posibilidad de jugar a vivir cosas que no quiero experimentar de ninguna manera en la realidad: me puedo morir, sufrir mil desengaños, atravesar un desierto muerta de sed, meterme en una pesadilla. Esto es genial, y cuando la gente lo prueba se engancha. El juego, la risa y el teatro deberían recetarse en general.

¿Qué lección principal les das a tus alumnos?

Bueno, trabajamos muchas cosas. A nivel individual, últimamente, por ejemplo, le hemos estado dando vueltas a intentar meternos en la piel de personas que no tienen nada que ver contigo, generar esa empatía que te permite entender sin juzgar, algo que también resulta bastante útil en nuestro día a día. Pero lo principal es la idea de elenco, del trabajo en equipo, asumiendo de manera positiva las particularidades de cada quien. Un grupo que nos haga crecer en todos los sentidos.

© Santi Martínez Sancho

¿El guión qué incidencia tiene en un proyecto?

Toda. Si tienes un buen guión, con que digas el texto y no te “choques con nada” ya estaría. Un mal guión te lo tienes que currar más como actor.

En tu trayectoria se te recuerda mucho por tu paso en Amar en tiempos revueltos.

Me lo pasé muy bien con ese personaje. Era una chica de vida alegre que tenía una relación con un jugador de cartas. Me dieron mucha libertad para crear y construir a “La Charito”.

© Santi Martínez Sancho

¿Cómo llevaste el ritmo intenso de los rodajes?

En una serie diaria hay que sacar mucho material en poco tiempo. Como actriz, tienes que memorizar bastante texto con poco margen y ser capaz de resolver de manera muy rápida. Es un tipo de trabajo que me va, la verdad, porque soy bastante activa. Me cuesta menos hacer demasiado que no hacer nada.

Yendo más adelante… la serie Herederos. ¿Qué recuerdos tienes?

Muy buenos por todo. Tuve la suerte de tener un personaje tan bonito como Vero, con un reparto increíble. Aprendí mucho en todos los sentidos y, además, en su momento fue una serie muy innovadora en cuanto al tratamiento, que era casi cinematográfico.

© Santi Martínez Sancho

Una película considerada “de culto” donde participaste fue Frágil de Juanma Bajo Ulloa

Es una película muy especial que creo se ha visto demasiado poco. Para mí, que era una joven actriz, fue uno de los primeros trabajos en cine y aprendí mucho viendo trabajar a Juanma Bajo Ulloa.

¿Y te gustaba la trama?

Sí. Al final era una especie de cuento “dado la vuelta” con su moraleja, apoyado por un tratamiento visual preciosista. Una chica de pueblo se enamoraba de un artista de cine y vivía su “cuento de hadas” que acababa siendo una pesadilla. Era cine dentro del cine y reflexionaba sobre cuánto vivimos en la apariencia que hay detrás de todas nuestras máscaras.

© Santi Martínez Sancho

¿Cuál es el personaje que te ha faltado hacer?

Todos los que vengan. Un personaje de terror quizás, y es paradójico porque no me gusta ver las películas de terror, me dan miedo. Pero seguro que sería un placer rodarlas. Me encantaría también rodar una peli de acción.

¿Cómo te podrías definir como actriz?

Soy bastante curiosa y me encanta seguir aprendiendo. Me gusta mucho leer, bailar. Creo que todo lo que hacemos y vivimos lo acabamos utilizando en un escenario o un rodaje.

¿Y te ha ayudado a tener una perspectiva diferente?

Cuando eres actriz te haces muchas preguntas de por qué haces esto o lo otro. Yo, que además soy adicta a la duda, ni te cuento. Me encanta mi profesión, me siento muy afortunada por tener la posibilidad de jugar con la realidad. Creo que eso me permite ser más flexible con todo.

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