Texto – Redacción. Fotografías – Hearst.
En su número de enero, ELLE tiene en portada a la modelo Arizona Muse (Tucson, Arizona, 1988), quien ha convertido su trayectoria en las pasarelas en una plataforma para promover el respeto por el medio ambiente.

A sus 27 años, acudir a un evento sobre biodiversidad no sólo transformó su carrera, sino también su vida personal. «Pasé de no encontrarme a mí misma, de no gustarme, de estar agotada y con la autoestima muy baja a descubrir una nueva e ilusionante realidad. Sólo quería seguir aprendiendo cosas sobre nuestro planeta, sobre la moda sostenible, materiales, fábricas, cadenas de producción, el clima, la energía… Sobre todos aquellos elementos que contribuyen a reducir la crisis climática que vivimos en nuestros días», asegura. Desde entonces, su objetivo es inspirar un cambio positivo, y no sólo ecológico, también promueve la diversidad, la aceptación del envejecimiento y el respeto hacia las personas en cada eslabón de la industria.
Tras años trabajando con los diseñadores y fotógrafos más influyentes, decidió fundar Dirt, una organización que apoya la agricultura regenerativa en la industria de la moda. Muse apuesta por que esta –una de las más contaminantes– pase a formar parte de la solución climática, fomentando prácticas responsables en la producción de los materiales. Su compromiso firme se refleja en los trabajos que escrupulosamente selecciona, siempre alineados con sus valores, aceptando el sacrificio que conlleva su postura. «Ya no soy una modelo, soy una modelo activista y esto lo llevo hasta sus últimas consecuencias. He tenido miedo en ocasiones, porque, obviamente, esto limita la cantidad de marcas y acciones que puedes llevar a cabo y afecta directamente también a tus ingresos, y todos trabajamos por dinero, pero tomé una decisión y la he mantenido. Me enorgullezco de ello, y pienso que también me aporta valor, así que no colaboro con firmas cuyo impacto no sea positivo», dice.

Más allá de la moda, Muse equilibra su pasión por el activismo con su vida familiar. Reconoce los desafíos de ser madre y profesional, abogando por una cultura menos obsesionada con el éxito y más enfocada en las relaciones y el tiempo de calidad. Su mensaje es claro: saber desconectar del trabajo resulta esencial para alcanzar un bienestar auténtico. «Tenemos que hacer nuestra labor bien, esforzarnos y dar lo mejor de nosotros mismos, pero nunca a costa de no estar con nuestros seres queridos», concluye.
EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA.

- «Gracias a la moda comencé mi carrera como activista, que ha cambiado por completo mi trayectoria tanto vital como profesional, incluso ha tenido un impacto en cómo me siento conmigo misma, lo cual me hace feliz. Es una sensación de orgullo y empoderamiento difícil de describir».
- «Mi vida mejoró mucho, ahora es más divertida, quiero más a mi familia y amigos, mis relaciones se han hecho más ricas. Fue como una bola de nieve en la que todo se fue volviendo más útil mientras me ponía al servicio de mi propósito».
- «Cuando vives de tu imagen, envejecer se convierte en un grave problema, y eso no puede ser. Hacernos mayores es un motivo de alegría, significa que estás vivo y eso es una enorme suerte».
- «Trabajar sólo con marcas comprometidas con el medio ambiente no es sencillo, pero me aporta valor».
- «Observo que hay una transformación social y que es sólida. Antes los cánones de belleza eran distintos, las modelos debían ser extremadamente delgadas, y esto, poco a poco, está cambiando, aprecio una transición».
- «Yo tengo dos niños, de 15 y 5 años, y cada uno me necesita a su manera, requieren mi tiempo de calidad, no los restos después de una jornada non-stop. Así que cuando llego a casa, dejo el móvil en la entrada y me olvido del mundo. Esa es mi recomendación, y si no tienes hijos o familia, aparca igualmente el trabajo un rato y, por favor, ¡sal a divertirte!».

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