Lolita, en Harper’s Bazaar: pasión y honestidad

Texto – Redacción-Hearst. Fotografías – Hearst.

Desafiando el edadismo crónico de la industria, Lolita ha conseguido que su presencia siga tan vigente como el primer día, saltando sin esfuerzo entre plataformas, géneros y públicos distintos. Este mes, la artista forma parte del nuevo número de Harper’s BAZAAR, dedicado a los grandes iconos. En sus páginas, se sincera y protagoniza una sesión de fotos que, reconoce, le ha subido la autoestima: «Siempre viene bien y, sobre todo a las mujeres que, conforme vamos cumpliendo años, parece que somos invisibles. Me impresiona verme con 66 años así de bien y de buena».

Con más de un centenar de funciones a la espalda, Lolita sigue recibiendo ovaciones con Poncia, y en unas semanas, recibirá el Grammy Latino a la Excelencia Musical: «Bueno, Dios está arriba y no se queda con nada de nadie», responde en Harper’s BAZAAR al ser preguntada por este reconocimiento. «La industria es una cosa y luego está el público, que es el que tiene la última palabra. Los teatros los lleno y, si volviera a cantar, los llenaría exactamente igual», confiesa. Pero su ánimo no siempre fue así, durante décadas, la alargada sombra de su madre opacó su talento y esfuerzo: «Me costó mucho ser ‘Lolita Flores persona física’ y sólo espero que a mis hijos, Elena (actriz) y Guillermo (músico), no les pase lo mismo. No soy humilde, se merecen más reconocimiento porque son muy buenos. No quiero morirme sin verlos triunfar todavía más».

Ahora, Lolita asegura en Harper’s BAZAAR vivir una «vida sencilla y plena», y se guía por ese camino lleno de flores plantadas por su madre, que le regaló «la luz y la intuición» para saber por dónde tirar: «Cada día se me abren caminos diferentes, algunos más cortos y otros más largos, como Caperucita. Si escojo el equivocado, me levanto del tropiezo y sigo adelante».

EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA

  • «En el escenario está mi estirpe, mi raíz, mi vida. A veces la he cantado y otras la he contado a través de los personajes. He echado los dientes en los baúles de mi madre y de mi padre. Antes de que nacieran mis hermanos me llevaban por todo el mundo, cumplí los dos años en Buenos Aires. Me he criado sobre el escenario y no tengo pensamientos de retirarme. Me siento joven: tengo mi cabeza y mis carnes en su sitio».
  • «En la familia Flores no hay personajes, hay personas que se dedican a ser artistas. Sigo trabajando para llenar la nevera y para darle una educación a mis hijos. Trabajo para vivir, no por ambición».
  • «Dejé de cantar porque sentía que no me echaban cuenta. Todo ha cambiado mucho y quizá mi música no es la que está de actualidad, pero hago lo que me apetece. No soy una esclava de las modas».
  • «No me fío de los lobos con piel de cordero, ya he tenido muchos en mi vida. Los conozco y los huelo».

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