Texto – Redacción-Hearst. Fotografías – Hearst.
En su número de agosto, ELLE se cita con la gran Susan Sarandon (Nueva York, 1946) para compartir sesión fotográfica y una conversación de calado días antes de que le hagamos entrega, de manos de su amigo Pedro Almodóvar, del premio honorífico a toda su carrera en la gala de nuestros ELLE Style Awards. En una sincera entrevista, la actriz nos habla del verdadero papel de su vida: el activismo por los derechos humanos y la paz. «La injusticia siempre me ha dolido y enfadado. Me crie en Washington en los años 60, con toda la guerra de Vietnam sobrevolando aquella época y asesinatos como el de Kennedy o Martin Luther King Jr. ensombreciendo nuestra cultura. No tuve que forzarme para educarme en este sentido, era la única opción plausible», dice.

Pese a su popularidad, Sarandon nos habla de su afán por mantener una discreta vida personal, desde su infancia en una familia numerosa, pasando por su matrimonio y, dos décadas después, posterior divorcio del actor y director Tim Robbins, y de su faceta como madre. «Siempre me pareció mejor disfrutar de mis hijos que obsesionarme con mi profesión. Cuanto más crecían ellos, más cuidaba yo los papeles que hacía y el sacrificio que suponían para mi vida personal. Nunca quise dejar de actuar por el hecho de ser madre, pero la realidad era obvia y desbordante»,
Con respecto a su oficio, recalca la importancia de no tomárselo demasiado en serio y confiar en la intuición, disfrutando cada trabajo sin obsesionarse con el éxito o el fracaso. Icónica por sus papeles en The Rocky Horror Picture Show, Thelma y Louise, Quédate a mi lado o Pena de muerte, siempre ha escogido sus personajes con cabeza. «Toda mi vida he elegido trabajos que, además de poder ejecutar, también pudiera defender a nivel social. Habrá quien piense que el cine sólo debe entretener, pero toda película es un acto político. Lo es si desafía el statu quo, aunque también puede ayudar a perpetrarlo», recalca. De hecho, su activismo siempre ha complicado su relación con la industria. Recientemente, usar su altavoz para posicionarse a favor de Palestina ha tenido para ella un coste profesional que asume, porque luchar por lo que cree justo «es la única manera de vivir que concibo», confiesa.

A pesar de los desafíos, la actriz planea seguir trabajando y aprendiendo. Con el entusiasmo por crecer, tanto profesional como personalmente, intacto, tiene pendiente de estreno la comedia The Fabulous Four el filme The Gutter (de los hermanos Yassir e Isaiah Lester), Nonnas (de Stephen Chbosky) o Six Triple Eight para Netflix. «Me enamora la idea de encontrarme en un plató», confiesa con cierta emoción. «Necesito estar presente, vivir y aprender. No dejar nunca de aprender. Lo hago con mis hijos y mis nietos. Mi intención es seguir trabajando hasta que tenga que marcharme de aquí».
EXTRACTOS DE LA ENTREVISTA

- «La vida es muy corta como para tomarte este trabajo demasiado en serio. Si lo haces, te acabas convirtiendo en un intérprete un poco ridículo de ti mismo».
- «La industria del cine de Estados Unidos es caprichosa, desde luego. Hay un refrán que dice que los ejecutivos contratan a hombres que les gustaría ser, y a mujeres que desearían poseer, y hay cierta verdad en ello. E igual que existen directivos masculinos terribles, también hay mujeres que han imitado ese sistema de poder».
- «Las estructuras que construya el feminismo no deberían ser contra los hombres, sino erigidas mirando al futuro con ellos como aliados».
- «Soy la mayor de nueve hermanos. Mi madre se crio sin una figura materna, y además fue entregada a un orfanato cuando aún era una niña. Puedes imaginar cómo es la vida para una mujer que no ha tenido ese tipo de referentes».
- «Conocí a Pedro (Almodóvar) en el 2003, tres días antes de los Oscar. Estados Unidos había invadido Irak, y, aunque no sabíamos si aquella ceremonia acabaría ocurriendo, nos lanzamos a las calles para protestar por aquella decisión… Es curioso porque, aunque no he venido tantas veces, siempre he sentido que conocía España a través de sus ojos. Sobre todo, por cómo ha diseccionado a la mujer con pluralidad, contraste y complejidad».
- «En cada uno de nosotros está la opción de parar el genocidio que está ocurriendo en Gaza, y eso implica que dejen de morir israelíes y palestinos. Nadie merece morir de esta manera».

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