Marta Sánchez deslumbra con un emocionante repaso a su carrera y un clamoroso lleno en la tercera jornada de Universal Music Fest

Texto – Redacción. Fotografías – @nabscab.

Durante los cuatro últimos decenios, Marta Sánchez ha dado forma a una obra de considerable diversidad, trazando un amplio arco artístico que abarca desde la efervescencia synthpop de Olé Olé –el grupo con que se dio conocer a mediados de los ochenta y con el que se convirtió en estrella de la música popular en castellano a ambos lados del Atlántico– a la serena madurez de la compositora e intérprete experta de la que hoy disfrutamos.

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Todas estas facetas, todas estas encarnaciones expresivas y todo ese bagaje adquirido en tan largo camino quedan recogidos en “De cerca”, el espectáculo que presentó anoche con entradas agotadas en UMusic Hotel Teatro Albéniz, en la tercera jornada de Universal Music Festival 2024. Un show contagioso en el que la artista madrileña, de 58 años, recorre su cancionero a la vera del piano. Cero artificios, nada de esconderse tras sofisticadas producciones escénicas: las siete octavas del instrumento rey, la voz de Marta y, por supuesto, ese cancionero rico en hitos que nos acompaña desde hace tantos años.

Recurriendo a composiciones propias y ajenas o recordando algunas de sus colaboraciones más sonadas, Marta Sánchez desplegó durante casi dos horas todo su arsenal expresivo. Indagó en los rincones más elocuentes de su privilegiada tesitura, proyectó con firmeza la magia que anida en sus cuerdas vocales cuando la ocasión lo requería y encandiló a una audiencia que, como era de esperar, se las sabía todas.

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Empezó contenida, matizando “Lili Marleen”. Luego apostó por la cadencia brasileña para engarzar “Solo una mirada” y el estándar bossanova “Garota de Ipanema” (Tom Jobim) bajando a la zona grave de su registro. Agradecida por la respuesta del público, se dio un buen paseo por hitos de Olé Olé como “Sola”, “Supernatural”; “Voy a mil” y “No controles”, antes de convertir otro éxito del grupo –“Soldados del amor”– en una balada de potente carga melódica y armónica, estableciendo un elocuente diálogo con el piano. También dejó que aflorase su vena más soul en “Dime la verdad”, “Vivo por ella” y “Moja mi corazón”, intercalando versiones universales de Elton John y Sister Sledge.

Ese acierto al estructurar el repertorio brilló especialmente en el siguiente tramo del concierto, en el que planteó un acertado repaso por el cancionero de algunos de los grandes compositores españoles del siglo XX, haciendo escala en la obra de Manuel Alejandro (“Como yo te amo”), el tándem formado por José Luis Armenteros y Pablo Herrero (“Como una ola”), los maestros de la copla León-Quintero-Quiroga (“Y sin embargo te quiero”), el versátil Augusto Algueró en su faceta pop (“Chica yeyé”), Nacho Cano (“Un año más”, de Mecano) e incluso el universo de la revista con la castiza “Los nardos”. Y en todas ellas, imprimiendo su característico fraseo.

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El remate del concierto fue una invitación al baile planteada de idéntica manera, combinando canciones muy conocidas en distintas claves genéricas. Un fin de fiesta –con ayuda de bases programadas– que transcurrió bajo la bola de espejos con la disco-music de “I Will Survive” (Gloria Gaynor), el house de “Brillar”, el eurodance de “La que nunca se rinde”, el tecno-pop de “Bailando sin salir de casa” en mashup con “Bailando” de Alaska y los Pegamoides, más el eurohouse de “Believe” (Cher), para finalmente llegar a la única conclusión posible: “Soy yo”. Y así, siendo ella misma, con todo el público en pie acompañándola en el baile, Marta Sánchez sello una noche que le va a acompañar siempre.

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