Enrique Villén: “Cada vez que voy a trabajar es como si fuera la primera vez”

Texto – Albert Roca. Fotografías – Santi Martinez Sancho. Entrevista realizada en Cafe & Tapas Carretas 14.

Enrique Villén es uno de los grandes secundarios del cine español. Con el mismo personaje es capaz de darle nuevos matices y es gracias a su gran preparación. Entrañable y divertido su lista de anécdotas y vivencias y por eso habrá una cola larga de los que querrán comprar sus memorias. Antes, dará todavía mucha guerra en el cine y la televisión.

En tus inicios hacías imitaciones verdad. ¿Qué te aportó esta etapa?

En realidad lo que quería era ser artista. No se decía ser actor o tal, era ser artista. Desde pequeño, se me daba muy bien lo de imitar a personajes de la época: Alfredo Amestoy, Afonso Sánchez, Rodríguez de la Fuente y con ocho añitos me llevaron a un Festival del Paso del Ecuador de la Escuela de Ingenieros Agrónomos y al ver los aplausos dije “Esto es lo mío”. Luego empecé a ir a las salas de fiestas y trabajé hasta los 19 años.

Pero lo que me influyó mucho fue la película “Lenny” con Dustin Hoffman, que interpretó el mítico cómico que fue perseguido en la época de la caza de brujas en EEUU. Y aquella película me influyó tanto que dije “vamos a hacer humor político”, y en el año 1977. Lo que pasa es que yo era un monologuista de clase B, y eso me costó algún que otro disgusto, porque hacia un humor prohibido.

¿Por ejemplo?

Mi primera crítica fue en el diario El Pueblo, y se decía “Enrique Villén ha roto con el chiste verde para afianzarse en el humor político no dejando títere con cabeza, ni derecha ni izquierda se libran de su pluma”. Pero era muy peligroso sobre todo cuando hacía chistes sobre el rey. 

Has comentado antes lo de las imitaciones. ¿Es complicado hacerlas?

En realidad todos los actores son imitadores porque tienen esa capacidad para captar al personaje. Imitar es ver al personaje, lo tienes  fijado en la mente, entras en una especie de posesión. Y es distinto a interpretar porque la interpretación es una posesión creativa, mientras que la imitación parte de una visión del personaje, es una recreación. Son técnicas distintas.  

¿Cómo es ese momento “Villén” que apareces en una determinada escena y parece que hayas salido en toda la película?

Yo creo que eso se consigue primero trabajando mucho y me han llegado críticas de que soy un “roba escenas” y no lo hago, no se me ocurriría nunca. Pero  es verdad que me preparo muy bien los papeles, intento darles una personalidad. Aunque tengo una voz muy peculiar, creo que mis personajes cada uno habla de una manera, tiene una entonación diferente, un énfasis diferente. Intento darles algo que atraiga y eso es preparación y  mucha inseguridad porque soy una persona muy insegura.

¿Sientes la misma ilusión en cada proyecto?

Cada vez que voy a trabajar es como si fuera la primera vez y sigo pensando que no voy a poder hacerlo. Los preparo y los estudio a fondo, les intento sacar todo el jugo. A veces incluso recuerdo alguna vez hablar con la mirada.

¿Y es importante tener una buena sintonía con los compañeros?

El actor que escucha, que sabe escuchar, que recibe del compañero es fundamental para que todo funcione bien.  Cuando tú recibes, si estás escuchando no estás pensando en lo que tienes que decir. Que esto es muy importante, como cuando hablas con alguien, que muchas veces no escuchas, estás pendiente de lo que dices, pero no estás escuchando. Entonces puede ser tan importante o más el plano sobre quien escucha que el que habla. Te podría hablar por ejemplo de José Luis Garci, en “Tiovivo” que considero que es la mejor de las últimas que ha hecho. Hay una escena en la que estamos desayunando en el banco y todo el mundo se come el bocadillo mordiendo, pero mi padre no, abría la tapa y con una navaja o con la mano cogía él este y luego troceaba. Y yo comía el bocadillo así. Entonces, ¿qué pasa? Que cuando ves la escena, todo el mundo come el bocadillo de una manera y tú lo comes de una forma diferente. Pero ¿lo haces por llamar la atención? No, porque has visto a alguien, has observado a alguien que lo hace así. En este caso era mi padre, un homenaje a mi padre.

¿Eres observador?

Veo detalles de cosas y pienso si luego en algún personaje puede funcionar. El actor debe ser un observador de la vida, alguien que capta, que observa a la gente, ve sus movimientos. Bardem, que para mí es uno de los mejores actores de este país, que podría haber vivido perfectamente de su propio rostro sin arriesgarse para nada, es uno de los protagonistas característicos, Ves los personajes que hace: se tiñe, corta el pelo, habla de una forma diferente.

En ese aspecto en cada personaje hay varias cosas ¿Verdad?

La voz, el gesto, la mirada… Es que es diferente. Me preguntan muchas veces “¿cuántos policías has hecho?” Hay muchos policías, pero todos tienen una personalidad, y la personalidad está en el guión.

No hay ningún policía tuyo igual

Claro, tú ves a 30 policías y ninguno es igual. Dicen, ¿has hecho muchos policías? Pero ninguno es igual. Yo he hecho un teniente de la judicial de la Guardia Civil y no tiene nada que ver con el sargento Torres, de La que se avecina porque uno es una comedia y el otro es un thriller.

¿Y cómo se interpreta?

Hay actores que se interpretan siempre a sí mismos y te podría poner el ejemplo de Cary Grant.  ¿Verdad que siempre lo ves igual en todas las películas? Claro, incluso el traje es el mismo. Pero es un tío que tiene tal potencia que te comes todo lo que ha dado y en comedia y en no comedia.

¿Qué nos puedes decir de Álex de la Iglesia?

Ha habido tres directores punteros de una generación que venían del cómic,
que son Álex de la Iglesia, Enrique Urbizu y Óscar Aibar, que es un crack, es el que menos proyección cinematográfica ha tenido quizá, pero que es un grandísimo director, realizador y director de actores.

Te dirigió en El gran Vázquez

Aquí está el trabajo de encarnar el personaje, el señor González y quería a Vázquez porque era un gran creador.  Era un tío que en realidad protegía a gente que estaba con los rojos, pero parecía un facha, porque era la forma de camuflarse.


¿Cuál es la cosa más extraña que has hecho en un rodaje?

¿Extraña? Hombre, extraña quizás cuando interpreté a Roswell, el personaje de Plutón Berbenero, el extraterrestre Roswell trabajaba con su cabeza. Allí sí que era todo voz y gestualidad, todo lo demás, Y era muy incómodo. Yo me tiraba 3 y 4 horas en ese sitio.

¿Cuál es el momento en que decides por la producción?

Eso fue un accidente, que me costó mucho dinero después. Allí me siento un poco traicionado o menospreciado. Salvador Gómez Cuenca, que era el ayudante de dirección y director de producción de Garci, me llega un día, habíamos hecho varias películas, y teníamos muy buena relación.  Salvador me llega un día y me dice oye Enrique, mira verás, es que tengo una historia que es un cuento corto que ha escrito José Luis Garci que se llama “A ciegas”, entonces dije de hacer un corto, porque él quería dar el salto a la dirección de cine. Llevaba muchos años con José Luis, había empezado de ayudante de cámara. Me dice “a mí me gustaría que lo protagonizaras, pero tú me lo podrías producir”, y entonces puse el dinero y José Luis la infraestructura. Ganamos un Goya, “entonces yo le dije, joder, llevo 25 años en la interpretación, me han nominado al Goya una vez, no me lo han dado, hago un cortometraje y me lo dan. A ver si es que lo mío es la producción, y monté una productora.  Hice un nuevo cortometraje también por accidente,  por una anécdota que conté en una cena.  Me mandan el guión, lo leo, y digo, bien, pero era una crítica social “Adiós Papá, Adiós Mamá” y que también fue nominado a los Goya.  

Y continuaste con ello

Invertí mucho dinero para preparar proyectos cinematográficos, series de televisión y programas de televisión con estupendos guionistas de primera línea pero nunca me dejaron producir.

¿Qué pasó?

La verdad es que no lo sé pero lo cierto es que tengo un cajón ahí de proyectos registrados
que estuvieron algunos a punto de hacerse realidad.

¿Cuándo llega un proyecto que es lo primero que valoras?


La historia es el primer pilar fundamental de una película, si no la tienes no empiezas porque eso es tirar el dinero. Aun así tampoco tienes la garantía si tienes un gran guión. Luego tienes que buscar un gran equipo, un buen director de fotografía, un buen operador, un buen ayudante de dirección, director de arte, director de sonido.  Esa es la labor del productor.

Con todos los recuerdos que tienes ¿Has pensado en escribir tus memorias?

Eso será cuando me jubile porque si explicara todo lo que sé no me llamaría nadie o sí, nunca se sabe.

¿Tienes pendiente un gran papel protagonista?

Mira, protagonista, como decía don Juan Antonio Bardem, es aquel que tengo en ese momento en cámara. Al actor secundario o de reparto, en inglés le llaman el “supporting actor”.  Tienes una escena con un taxista, es un minuto, pero tú en esa película el taxista está como el culo, La película se ha ido a la mierda. Durante ese minuto todo el mundo tiene que estar bien. Todos los que están ahí son protagonistas en el momento en que la cámara está sobre ellos.

Pero te voy a contar una cosa. Hubo una época en que muchos protagonistas querían que los secundarios estuvieran mal, para que ellos pudieran destacar más. Pero no se daban cuenta de que eso lo que hacía era bajar el nivel de la obra, se la estaban cargando.

 ¿Sientes que hay solidaridad?

No somos solidarios. Somos solidarios con el Sáhara. Hay mucha gente que dice “pero es que resulta que en el cine son todos de izquierdas”. No. En el cine somos como todas las familias. Hay gente de izquierdas, de derechas, del centro, hay republicanos, hay monárquicos. Eso sí, somos gente libre. Todos, seamos del índole político que seamos, lo que sí somos gente que permitimos y queremos la libertad de los demás.



¿No hay nada más bonito que sentirse libre?

Sí, y sobre todo, aceptar a los demás, y en el cine siempre ha sido así. Desde que conozco el cine hemos apostado todos por la diversidad. , A la hora de cuidar de nuestros derechos, de cuidar de nosotros mismos, de ser una piña, no, somos muy solidarios con nosotros mismos. Así nos va.

Volviendo a tus memorias. ¿Hay título?

Sí claro: “Cómo ser un secundario español y no morir en el intento”. contaré lo que en un libro se puede contar, pero no se puede contar en una televisión, ni en un chat, ni en una entrevista.

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